Historias de víctimas de violencia
10 mayo 2021 | Anna Stork, Deutsche Welle
En Alemania, en nombre de diez personas que fueron torturadas en Belarús, ha sido presentada una denuncia ante la Fiscalía Federal por crímenes de lesa humanidad cometidos por Lukashenka. DW habló con dos de ellas.
«Apenas duermo, me recetan antidepresivos y somníferos. Todavía no puedo sentir las yemas de mis dedos después de haber sido torturado… Hablar de cómo te golpearon, humillaron, amenazaron con meterte una porra en el ano no es algo que a uno le gustaría compartir. Me resulta molesto recordarlo», dice Valery Samalazau con voz temblorosa.
Cómo una camiseta de «Disney» provocó la tortura
Un especialista belaruso en TI que trabajaba en el Reino Unido desde julio de 2020 decidió pasar sus vacaciones en Belarús, resolver asuntos con documentos y, al mismo tiempo, votar en las elecciones presidenciales. Como vivía en las afueras, donde Internet tampoco funcionaba ese día, Valery Samalazau se enteró de lo que estaba sucediendo en Minsk la noche del 9 de agosto de sus amigos y al principio no lo creyó. Pero al día siguiente, de camino a una reunión con su compañero de trabajo cerca de la estación de trenes en el centro de la ciudad, él mismo fue detenido.
«Estaba caminando por la acera. Me rodearon y empezaron a hacer preguntas. Respondí cortésmente, les mostré mi documento de identidad. Pero mi camiseta (con una calavera – Ed.) se convirtió en un detonante. Tenía solo un símbolo de Disney de la película “The Punisher [El Castigador]”. Pero les enganchó tanto. Dijeron que también era el símbolo del Batallón Azov. Y constantemente me recordaban esa camiseta antes de golpear», recuerda Valery en una entrevista a DW.
La atención de los agentes de fuerzas de seguridad también fue atraída por las tarjetas bancarias británicas que se le encontraron, una tarjeta SIM en inglés, llamadas telefónicas al Reino Unido: «Pensaron que habían detenido al organizador de la protesta». Samalazau recibió el primer golpe en el pecho en un patio no lejos de la estación, luego, pasándolo de mano en mano, los agentes de fuerzas de seguridad pidieron prestar especial atención al «espía extranjero».
«El trato más cruel fue en la Dirección del Interior del distrito (RUVD) Zavodskoy [así se llaman las comisarías de policía en Belarús – N. del T.] y en el furgón policial de camino de la RUVD al centro de detención en Zhodzina. El furgón policial es una celda de tortura sobre ruedas. En el furgón policial mucha gente gritaba, lloraba, rezaba, alguien vomitaba. Yo mismo perdí el conocimiento dos veces por el dolor», dice Valery. Sus manos, cruzadas a la espalda, estaban apretadas por unas bridas anchas y, al ver que aguantaba callado el dolor, se las retorcían aún más, con golpes.
«Se inclinaban encima de mí y susurraban: “Veo que no tienes miedo al dolor. Haremos que sufras dolor”. La circulación sanguínea se detuvo, después de un tiempo dejé de sentir mis brazos hasta los codos. El dolor era insoportable. Luego tomé coraje para pedirles que soltaran las bridas. Dije que tenía tres hijos y no podría mantenerlos sin manos. Pero se me acercaron corriendo y me doblaron los brazos detrás de la espalda aún más hacia mi cabeza. Fue entonces cuando perdí el conocimiento por primera vez debido al dolor», continúa Valery. Cuando lo volvió a pedir por segunda vez, todo se repitió.
Cuando lo llevaron al centro de detención de la ciudad de Zhodzina, fue el único a quien se le ordenó que permaneciera en el furgón policial: «Me dijeron que me arrodillara, luego tuve que levantarme. No pude, me caí. Me levantaron, me pusieron contra la pared y empezaron a golpearme en la cabeza, en el pecho, en el vientre, en las piernas. Luego me empujaron fuera del furgón policial. Luego estuve de rodillas hasta que dijeron mi apellido. Una vez más, las personas que llevaban mascarillas dijeron que se me “prestara atención especial”».
«Nos acusaron de ser “titeristas”»
Kacper Sienicki fue detenido el 10 de agosto en el centro de Minsk, cerca de la calle Niamiha. «Estaba simplemente caminando por la calle con mi amigo, reportero gráfico. Nos llevaron en furgoneta hasta el furgón policial, y luego, en el furgón, a la Dirección del Interior del distrito Frunzensky de Minsk. Allí nos golpearon, escuchamos muchos insultos relacionados con nuestra nacionalidad. Fuimos acusados de ser “titeristas” que habían venido a liderar la protesta y organizar una revolución de color», dice el periodista freelance de Varsovia. Vino a Minsk para verlo todo con sus propios ojos y para informar de lo que estaba sucediendo al público polaco. Pero, en vez de eso, pasó un poco más de 72 horas en la Dirección del Interior del distrito Frunzensky y en el centro de detención en Zhodzina.
Comenzaron a golpearlo incluso antes de llevar a la Dirección del Interior del distrito (RUVD). «A mi amigo le pegaron una paliza ya en la furgoneta, perdió el conocimiento. A mí me pegaron en el furgón policial. Pero lo peor fue en la RUVD. Allí nos hicieron tumbarnos boca abajo en el suelo con las manos firmemente atadas a la espalda, nos mantuvieron en posiciones incómodas. No podíamos movernos, varias veces nos asustaron diciéndonos que, si nos movíamos, nos sacarían todos los dientes a golpes. También nos obligaron a arrodillarnos boca abajo. Tenía las piernas entumecidas», recuerda Kacper.
Según él, a los que no podían soportar estar en esa postura, los golpeaban además con una porra: «Nos sacaron más de una vez al pasillo para golpearnos allí. Escuchamos los gritos de otras personas. Veíamos sangre. Había presión psicológica: los agentes caminaban blandiendo un bate de béisbol y no sabíamos qué esperar. No nos dejaron beber agua, comer, dormir o ir al baño. Fue todo un desastre y una arbitrariedad total».
Documentación de las torturas y denuncia contra Lukashenka
Valery Samalazau y Kacper Sienicki figuran entre las diez personas en cuyo nombre los abogados alemanes presentaron una denuncia ante la Fiscalía Federal de Alemania, alegando que Aliaksandr Lukashenka había cometido crímenes de lesa humanidad. En respuesta a las protestas tras las elecciones presidenciales en agosto de 2020, los agentes de fuerzas de seguridad recurrieron a la violencia a gran escala contra civiles en Belarús.
Las personas que han acudido a la Fiscalía alemana habían sido sometidas a torturas físicas y torturas de otro tipo durante la detención, aseguran sus abogados. Pero dado que en Belarús aún no se ha iniciado ni una sola causa penal contra los agentes de las fuerzas de seguridad por el hecho de la tortura y ni ellos ni Lukashenka se enfrentan a consecuencias legales, los abogados y las víctimas han declarado que esperan una investigación independiente en Alemania.
Aquí la diáspora belarusa se dedica a documentar estos casos. Ya se recopiló información sobre más de un centenar de actos de este tipo. «La geografía es amplia. Hay casos de las víctimas que están en Alemania y de las que están ahora en Belarús – explica a DW el representante de la diáspora, Anton Malkin. – Estamos en contacto con muchas iniciativas. Nos ayudan a ponernos en contacto con la gente».
«Estos delitos no tienen plazo de prescripción»
Hoy, los belarusos que han sido torturados tienen la posibilidad de ponerse en contacto con una de las organizaciones belarusas de defensores de los derechos humanos, por ejemplo, con «Viasna». Este tipo de asistencia también se proporciona por la ONG «Nash dom» («Nuestra casa»), el proyecto «August 2020» («Agosto 2020»), la iniciativa BYPOL. Valery Samalazau fue liberado del centro de detención en Zhodzina 84 horas después de su arresto. Pasó las siguientes dos semanas en el hospital por un traumatismo craneoencefálico y traumatismos de los brazos. Se logró localizar pocos documentos relacionados con su detención: solamente el certificado del centro de detención y del hospital.
«No encontramos el acta policial. El expediente de mi caso no lo tienen en la Dirección del Interior del distrito ni en el centro de detención en Zhodzina. No hubo juicio», dice Valery. Presentó una denuncia contra el Ministerio del Interior por las palizas, pero se le negó el inicio de la causa penal «por falta de corpus delicti».
De vuelta a Londres, Samalazau recurrió a los abogados para iniciar una causa en el Reino Unido bajo el principio de jurisdicción universal. Pero las leyes de este país disponen que esto es posible solamente si el acusado se encuentra en su territorio. Por eso, Valery decidió sumarse a la denuncia interpuesta ante la Fiscalía alemana. «Espero que estos hechos sean legalmente documentados y reconocidos por la comunidad internacional y, dado que estos crímenes no tienen plazo de prescripción, se restablezca la justicia», dijo Valery.
No solo busca justicia para él: «En Belarús la gente tiene miedo de hablar, porque vendrán inmediatamente a su casa, se llevarán a sus hijos, le despedirán de su trabajo y le encerrarán en la cárcel. Teniendo en cuenta que yo estoy relativamente a salvo, me gustaría que se registraran los crímenes cometidos contra todos mis conciudadanos».
El objetivo es declarar a Lukashenka terrorista
Según Anton Malkin, la denuncia ante la Fiscalía de la República Federal de Alemania no es un fin en sí mismo para los que iniciaron este proceso, sino solamente la primera etapa en el camino de reconocer el régimen de Lukashenka como una organización terrorista. «Declarar terrorista a Lukashenka puede ser una herramienta de ultimátum no solo para presionarle, sino para demoler el régimen», cree Malkin.
Según él, Lukashenka no podrá sobrevivir ante las acusaciones de crímenes de lesa humanidad y terrorismo: «Si ahora todavía tiene algún lobby, algún negocio que hace con alguien, algunos vínculos políticos y económicos, este apoyo ya (al publicarse la noticia sobre la denuncia – Ed.) se ha vuelto más débil. Todo el mundo entiende que es una persona temporal y quienes hagan negocios con él ahora tendrán que responder por ello durante muchos años».
A Kacper Sienicki, víctima de tortura, también le parece justo intentar lograr que el régimen de Lukashenka lo reconozcan como terrorista. «Por eso, yo también participo y voy a testificar, buscaré justicia para los belarusos y para mí», enfatiza el joven periodista. Espera que esta denuncia ayude a atraer más atención internacional hacia Belarús e influya en la actual política represiva en el país. Para Sienicki es importante que los belarusos comprendan que, si no pueden en tales casos acudir a los tribunales en su país de origen, pueden intentar hacerlo en otro país.