Los trabajadores de Grodna Azot sobre la huelga y los despidos
30 octubre 2020, 9:50 | BELSAT
En «Grodna Azot» han sido despedidas por la huelga al menos 16 personas. Los turnos se trabajan con plantillas incompletas, lo que causa riesgos de accidentes laborales. Hemos hablado sobre lo que está ocurriendo ahora en la empresa con los operadores del taller «Amiyak-3», que se unieron a la huelga y se quedaron sin trabajo.
A las autoridades les da miedo la antorcha sobre «Azot»
Siargiéi, 28 años, operador de 4ª categoría. Ha trabajado un año en «Azot» El 29 de octubre tenía un turno pero, cuando llegué al trabajo, el portero se dio cuenta de que mi identificación estaba bloqueada. Antes yo había escrito un comunicado diciendo que me unía a la huelga:
«Ni siquiera mi superior inmediato había sido informado de mi despido, que tuvo lugar el 28 de octubre. Y esta es ahora una práctica común en la fábrica. Hemos creado un nuevo departamento, algo así como nuestra propia seguridad, y está gestionado, por lo que dicen, un oficial del KGB. Él da las órdenes sobre quién debe ser despedido y quién no. Para echarte buscan cualquier motivo, sacan a colación incluso problemas de hace muchísimo tiempo. Por ejemplo, me despidieron por una presunta ausencia del 1 al 7 de octubre, aunque no estuve de parranda esos días, sino que pasé un tiempo en el centro de detención, del que tenía un certificado que antes había satisfecho a la dirección de la planta. Y ahora, de repente, eso ha resultado ser absentismo.
La fábrica no tiene quién trabaje. A día 29 de octubre habían sido despedidas del taller «Amiyak-3» 16 personas. No se sabe lo que va a pasar con otras 15 que están de baja. De «Karbamida-4» hay mucha otra gente que se ha dado de baja. La dirección ha prometido que van a ser castigados también.
Los turnos se trabajan con plantillas incompletas. Mientras que normalmente habría entre ocho y doce trabajadores, ahora hay cuatro o cinco. A los que se han quedado les han prometido doblarles el salario. Pero trabajan turnos de 24 a 36 horas. Además, han llamado a trabajadores retirados. Traen a trabajadores de otros talleres. Pero la dirección no cuenta con que los nuevos no entienden inmediatamente cómo funciona el proceso técnico. Dejan a los becarios trabajar solos aunque todavía no tienen las acreditaciones correspondientes. El jefe de personal está buscando ahora gente que quiera ser becaria en «Amiyak-3». Por otro lado los chicos que siguen trabajando se niegan a introducir becarios. Es todo muy peligroso y crea más riesgos laborales. Pero la dirección cierra los ojos.
En estas condiciones, el jefe de «Amiyak-3» está dispuesto a detener el trabajo del taller. Pero la dirección no se lo permite. Les da mucho miedo. Porque, si se para, se encenderá una antorcha enorme que se verá en toda la ciudad, y esa será una victoria muy importante para los huelguistas que podría causar una reacción en cadena en otras empresas. Las autoridades tienen mucho miedo de eso.»
Para la policía somos esclavos
Siargiéi cuenta que hasta ahora no le han devuelto su libreta de trabajo, y tampoco le permiten entrar en el territorio de la fábrica:
«Al mismo tiempo, los guardias de seguridad dicen que están orgullosos de nosotros, que lo hemos hecho bien y nos apoyan. Junto con mis colegas, escribí una demanda al tribunal por despido improcedente. No hay grandes esperanzas de que se tome una decisión justa, pero sí de que afecte a la conciencia de los colegas que todavía están trabajando, de que al final nos apoyen. No podemos detenernos.
Cuando empezamos la huelga, los antidisturbios que vinieron a la fábrica nos empezaron a gritar con palabras malsonantes: vamos a obligaros a trabajar, vamos a golpearos y a nosotros no nos va a pasar nada. Me agarraron cuando estaba al lado de la entrada. Al principio oí la orden «llevadlo a la fábrica», y me sujetaron debajo de los brazos y empezaron a empujarme por la espalda hacia la entrada. Pero después otro agente dijo, «¿para qué lo lleváis para allá? Va a volver a salir dentro de cinco minutos», y me llevaron hasta un autobús. En él me ordenaron: de rodillas, c…ón, de cara al suelo. Y volvieron a gritar: «Igualmente vais a trabajar para nosotros, este es nuestro país, nuestra ciudad, y él (se referían al cabeza del Estado) no se va a ir a ningún sitio». Da miedo: la policía no nos considera personas, para ella somos esclavos.
Por ahora estoy dispuesto a luchar por mi puesto de trabajo y mi futuro aquí. No quiero irme de Belarús. Aquí lo tengo todo: mi familia, mis amigos, mis compañeros, no quiero perderlo todo. Estoy muy agradecido a los ciudadanos de Grodna por el apoyo que siento. No podemos pararnos, venceremos.»
«No voy a trabajar en un sitio en el que nos obligan por la fuerza»
Artsiom Migel, 28 años, operador del control remoto del procesador central del taller «Amiyak-3». Lleva en «Azot» desde enero de 2017:
«Me enteré de mi despido en nuestro canal de Telegram: el 28 de octubre se publicó una lista de 11 personas despedidas y vi mi nombre allí. Además, vi que tenía un ingreso en mi cuenta, se ve que era la compensación final.
Llamé a mi jefe, que me refirió al departamento de recursos humanos. El día anterior escribí un comunicado de que iba a comenzar una huelga indefinida, se lo di al jefe del taller, y la noche del 27 al 28 de octubre no fui a trabajar.
No voy a volver al trabajo mientras nos sigan llevando a la fuerza. Estoy considerando otras opciones, tal vez me haga taxista. También pienso en irme, porque se vuelve peligroso quedarse. Al mismo tiempo, veo cuánta gente nos apoya, me escriben: no tengas miedo, todo está bien, te ayudaremos. Y esto me ayuda a creer que nuestra huelga es solo el comienzo, la gente se unirá a nosotros.
Y es importante que se unan, porque entonces no habrá tantos detenidos y despedidos. Por supuesto, es sencillo poner entre rejas y despedir a 20 o 30 personas. Y si salieran siete mil, sería una imagen completamente diferente. Entonces las autoridades se asustarían. En cualquier caso, no todos serían despedidos.
Al mismo tiempo, incluso los despidos actuales afectarán a la planta. En mi lugar de trabajo, por ejemplo, tienes que enseñarle a una persona durante seis meses y luego observar su trabajo hasta que le pilla el truco. Al final los becarios estudian un año entero. Es necesario que una persona adquiera experiencia, que sepa comportarse en diversas situaciones de fuerza mayor, cuando hay solo unos segundos para pensar. Lamentablemente, la administración no se arrepiente de perder personal experimentado. Desde arriba se les ordenó despedir y despidieron.
¿Por qué la gente no ha salido en masa? Temen perder el salario, que en «Azot» es más alto que la media de la ciudad, aunque, en términos absolutos, no se paga justamente nuestro trabajo. Deberíamos ganar más. Muchos tienen préstamos. También temen ser perseguidos cuando ven cómo se ensañan con nosotros. Y no culpo a nadie, porque tener miedo no es vergonzoso, y sí, da miedo, hagamos lo que hagamos, quedarse sin trabajo, ser condenado, ser amenazado. Algunos tienen la fuerza necesaria para vencer su miedo, y otros, no.
La dirección de la planta ha estado intentando sobornar a los trabajadores desde agosto. Cuando vieron salir a la gente, de repente encontraron dinero para bonificaciones y 13 salarios. Pero no me afectó. Estoy dispuesto a trabajar con un salario menor para saber que vivo en un país libre y que tengo perspectivas de desarrollo por delante. Tenemos miedo de que si hay otro presidente, no habrá dinero, estaremos en una situación muy difícil. Todo esto es una tontería. Es el gobierno actual el que ha destruido completamente la economía. Y si hay cambios estoy seguro de que muchos países nos ayudarán, y Belarús se recuperará muy pronto, se desarrollará y prosperará, no como ahora.»
Las protestas en «Grodna Azot» empezaron por la mañana del 26 de octubre en respuesta al llamamiento que hizo Sviatlana Tsijanówskaya para que todos se unieran a la Huelga Nacional y pidieran la dimisión de Aliaksandr Lukashenka.