«Como en la guerra: tumbados en el suelo, nos faltaba el aire»

Qué dice la gente que pasó 15 horas escondiéndose de las fuerzas de seguridad

16 noviembre 2020, 13:24 | Katsiaryna Barysiévich, TUT.BY
La foto es de carácter ilustrativo.
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Cuando el domingo comenzaron a dispersar por la fuerza a los manifestantes en la Plaza de los Cambios, la gente se vio obligada a esconderse de los agentes del orden. Describen las horas que pasaron encerrados como «una verdadera ocupación». Dicen que se vieron obligados a permanecer en el suelo durante más de 15 horas, trataron de no dar señales de vida, no tenían agua, y los que tenían comida se «morían de hambre» en solidaridad con los demás. ¿Cómo puedes sacar un bollo del bolso cuando todos tienen hambre?

Los residentes de los bloques de pisos que se encuentran cerca de la Plaza de los Cambios dijeron que, después de la dispersión del domingo por la tarde, no todos los agentes del orden se fueron. Entraban a los pisos, montaban guardia en las entradas comprobando los pasaportes.

«Lo que pasamos fue muy similar a las historias de nuestras abuelas sobre la guerra. Estuvimos 15 horas en la oscuridad en el suelo, no nos movíamos, no había suficiente aire y todo este tiempo sin comida. En solidaridad, todo el mundo se moría de hambre. Tenía un bollo y dos panes de jengibre, pero, ¿cómo los divides si tienes docenas de personas? ¿Preguntar quién está más hambriento? Podría haber llevado a una disputa innecesaria», dice Maryna a TUT.BY.

Ella es una de los que tuvieron que esconderse en una casa del azar de los agentes del orden después de la dispersión en la Plaza de los Cambios. Según las estimaciones de las personas que se encontraban en esta situación, había entre 100 y 200 de ellas. El domingo por la mañana Maryna fue a misa, y luego acudió a la calle Cherviakova para honrar la memoria de Ramán Bandarenka. Recuerda que, cuando las fuerzas del orden comenzaron su ofensiva, la gente levantó las manos y gritó: «¡Dispara!»

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«Entonces estallaron las granadas, comenzó un griterío loco, y corrí hacia las primeras puertas abiertas que vi. Escuchamos a los agentes hablando por radio, caminando por ahí cerca, pero nadie atendió a lo que decían debido al miedo», Maryna transmite las emociones de los que estaban cerca de ella. «En mi experiencia, normalmente te escondes de una emboscada durante dos o tres horas, y sales. Nadie podía imaginar que eso duraría 15 horas. Éramos muchos, y en algún momento se puso muy congestionado, pero seguimos fingiendo que nos habíamos ido y nos quedamos en el suelo. Vimos a unos chicos siendo asaltados en las casas vecinas, brutalmente golpeados, llevados a los furgones policiales. Fue aterrador… Algunos se sentaron en el suelo y ni siquiera se levantaron para ir al baño en estas 15 horas».

Hoy, hacia las 10 de la mañana Maryna pudo salir de la casa de quien la acogió junto con otras personas que se escondían en la Plaza de los cambios.

«Teníamos gatos en el estómago»

Viktóryia tampoco volvió a casa a pasar la noche. Según ella, no se perdió ni una sola marcha dominical, pero «nunca había habido tal ocupación».

Las fuerzas de seguridad en la Plaza de los Cambios el domingo.
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«La puerta de un piso al azar como se cerró detrás de mí a las 16:25 de ayer, y tan solo se abrió esta mañana», dice Viktóryia a TUT.BY. «Salí en estado de shock, unas furgonetas vinieron a atraparnos, pero tuvimos suerte. En mi opinión había como 200 personas bajo la ocupación. Cuando por la mañana salió mucha gente a la Plaza de los Cambios, me asusté: ¿eran de los nuestros, o agentes vestidos de paisano? ¿Vienen a por mí? Pero, por las caras reventadas, pude darme cuenta de que eran de los nuestros».

Viktóryia describe una atmósfera psicológicamente dura. En primer lugar, todos trataban de guardar silencio para no delatar su presencia. Debido a esto, era imposible discutir qué hacer a continuación. En segundo lugar, siguieron escuchando las conversaciones de la policía, sus pasos, vieron al personal iluminando su camino con linternas en búsqueda de los manifestantes.

«Pero sabíamos que estábamos mejor que en una comisaria bajo la violencia y la tortura. Cuando esos desconocidos me refugiaron, dudé: ¿puedo confiar en ellos? Te han ofrecido un baño, sentarte. Era una especie de magia. Cada hora pensábamos que saldríamos, pero las fuerzas de seguridad no se iban. Teníamos sentimientos contradictorios. Sí, parece que puedes salir, pero al mismo tiempo lo entiendes: te meten al furgón policial y anulas las 15 horas que pasaste encerrado. Todo empieza de nuevo: la espera en el furgón, el departamento de policía, el juicio. Así que lo soportamos, nos rugían los estómagos. Imagínense, muchos desayunaron ya el domingo, y eso fue todo. Fue difícil. Además, todos tenían su barrera psicológica, algunos llegaron a la plaza con su familia, sus parientes fueron detenidos, y ellos pudieron esconderse. ¿Qué hacer? Les pareció que tenían que salir a buscar a sus parientes en el departamento de policía, pero tan pronto como te encuentras en la calle ya es un peligro».

Viktóryia ya está en casa, y agradece mucho a los que le abrieron sus puertas: «¡Muchas gracias por el refugio!»