10 febrero 2021 | Bahdana Aleksandrouskaya, Deutsche Welle
Viktar Babaryka, ex candidato a la presidencia en Belarús y ex presidente del banco Belgazprombank, lleva entre rejas ya casi ocho meses. De cara a la vista del caso Belgazprombank en el Tribunal Supremo que está prevista para el 17 de febrero, Deutsche Welle logró recibir respuestas por escrito de Viktar Babaryka a una serie de preguntas en las que compartió su visión de la situación en Belarús: habló sobre lo que piensa sobre la situación del país, sus ambiciones presidenciales y la reunión con Lukashenka en el Centro de detención preventiva del KGB.
El ex presidente de Belgazprombank Viktar Babaryka era uno de los principales rivales de Aliaksandr Lukashenka al inicio de la campaña presidencial de 2020, pero no pudo participar en las elecciones como candidato al cargo de Jefe del Estado: en junio, Babaryka fue detenido y lleva casi ocho meses en la cárcel del KGB. El ex banquero está acusado de aceptar de un soborno particularmente cuantioso de un grupo organizado y de blanqueo de capitales obtenidos de forma delictiva en una cantidad muy elevada.
En su primera conferencia de prensa el 20 de mayo de 2020, calificó usted de «creación de mitos» las represiones masivas en Belarús. ¿Cómo valora lo que está sucediendo en el país ahora?
De entrada, mis respuestas se basan en muy escasa información. Durante casi ocho meses he estado en aislamiento físico y de comunicación, la mayoría de las noticias me llegan a través de la televisión belarusa, y verlas puede equipararse con una tortura moral.
Pero, incluso en esta situación, puedo decir que lo que está sucediendo en nuestro país no se pueden llamar represiones masivas. De hecho, es una guerra de la cima del poder, que se apoya en el bloque deñ ejército y las fuerzas de seguridad, es decir, de una junta militar, contra parte de su pueblo. Y ni siquiera importa el tamaño de esta parte, si se trata de una mayoría o no. Lo peor es que afecta a todos los segmentos de la población.
Hay dos elementos que pueden convertir esta guerra en una guerra civil. Primero, un ajuste urgente del marco jurídico a las acciones de las fuerzas de seguridad mediante el aumento de las penas por la simple expresión de la opinión propia. Y, en segundo lugar, la involucración de la población civil en la lucha (funcionarios, empleados de los órganos estatales, trabajadores de los servicios públicos, etc.), obligándolos a cumplir las órdenes y sus obligaciones oficiales, y entrando en un enfrentamiento con otros ciudadanos del país.
Pero no se puede pegar una sociedad dividida. No podemos permitir que la gente común se odie entre sí solo porque ama símbolos de colores diferentes. Cada uno ha de entender que la responsabilidad individual por sus actos no desaparece, incluso si alguien dice que se hace responsable de todos sus pecados por una u otra orden o disposición.
No estoy hablando de un enjuiciamiento criminal. Hay una evaluación más importante, la de nuestros hijos y nietos. En mi vida nunca he conocido a una sola persona que estuviera orgullosa de aquellos de sus antepasados que participaron en actos de violencia contra la gente común.
Existe la opinión de que su nominación como candidato presidencial conmovió a la sociedad y dio un impulso a la politización y la lucha contra el régimen de Lukashenka. ¿Qué piensa sobre esto?
Haré un chiste de humor negro: aquello desde luego inició un proceso penal en mi contra. Y, hablando en serio, siempre me ha resultado difícil evaluar mis acciones y su impacto en los demás, prefiero que lo haga la gente por sí misma.
Y yo diría que de lo que estaría muy orgulloso y lo que me gustaría de verdad sería ver los resultados de mis acciones. Dio la casualidad de que solo vi el comienzo del proceso del despertar y la apertura de nuestro pueblo. No llegué a ver los ojos brillantes y las sonrisas felices de los miles de participantes de las cadenas de solidaridad y las marchas de libertad. Pero si incluso una pequeña parte de estas personas piensa que les ayudé de alguna manera, para mí este es el mayor elogio. Estar involucrado en el renacimiento de la nación, en el despertar en una persona de sus cualidades más valiosas significa no vivir tu vida en vano.
Sin embargo, me parece que lo que está sucediendo ahora en Belarús no es una lucha contra el régimen de Lukashenka. En general, soy partidario de acciones no «en contra», sino «a favor». Valoro los acontecimientos de hoy como una lucha por una nueva Belarús, por una persona mejor, por una vida feliz en el futuro, no solo la nuestra, sino también la de las generaciones futuras.
Llevo casi ocho meses en un aislamiento físico y de comunicación, la mayoría de las noticias me llegan a través de la televisión belarusa, y verlas puede equipararse con una tortura moral.
¿Por qué, en su opinión, a pesar de que las protestas llevan desarrollándose seis meses, el pueblo belaruso no ha logrado derrocar el régimen de Lukashenka?
El régimen del actual gobierno no es una sola persona, sino un grupo de personas dispuestas a vivir en una atmósfera de mentiras e impotencia obligada. Es un análogo de la esclavitud personal voluntaria que no muere con el dueño. Una persona no se vuelve libre por orden o permiso desde arriba.
Durante muchos años nos han inculcado la idea de que somos indignos o incapaces de ser responsables de nuestro destino, que necesitamos control y liderazgo, porque somos un «pueblucho» que vive en un «pedazo de tierra» rodeado de enemigos. Nuestro principal logro y orgullo era que somos pobres, pero no mendigos, que nuestros conocimientos y habilidades no eran necesarios en ningún otro lugar ni para nadie, excepto dentro del país. Que el propósito de la vida era la estabilidad con «charka y shkvarka» [copa y chicharrón, NT; una expresión que denomina los bienes suficientes para una vida cómoda en Belarús en opinión de las autoridades oficiales, NE].
Pero el 2020 ha demostrado la falsedad de esta afirmación. Hemos visto una gran cantidad de personas en desacuerdo con estos valores y objetivos: eso es lo que considero una victoria, o el primer paso hacia una victoria mayor. Muchas personas han logrado una victoria personal muy importante: ganar su derecho a llamarse personas con sentido de su propia dignidad, preparadas para asumir la responsabilidad por su propio destino y el destino de sus hijos.
No tuvimos suficiente tiempo para crecer como nación. Nadie esperaba que en el siglo XXI en el centro de Europa se produjera una reacción tan inadecuadamente dura por valores humanos universales como la autoestima, el derecho a la verdad y a la protesta pacífica.
Ahora estamos en un estado de shock postraumático. Esto pasará, sin duda, y creo que todo nos saldrá bien.
¿Qué es lo más importante que aprendió de la reunión con Aliaksandr Lukashenka en el centro de detención preventiva del KGB el 10 de octubre de 2020?
Siempre trato de ceñirme a un principio simple: juzgar por los hechos, no por las palabras. Por lo tanto, puedo decir que el argumento de la novela «El otoño del Patriarca» [en Belarús, NE] se está implementando de forma bastante literal.
En general, volví a convencerme de la verdad evidente que fue demostrada por el sistema en los países democráticos. Los puestos electos deben estar ocupados por personas que tengan un lugar donde volver después de perder el poder. De lo contrario, para esas personas surge un signo de equidad entre su posición y la felicidad en su vida. Y a veces existe la equidad: poder = vida. En este caso, la lucha por el poder se convierte en una lucha por la vida, y en estas batallas no se toman prisioneros. El único motivo de mi optimismo es que, a esas personas, cada día que pasa las acerca a lo peor; a los demás a lo mejor.
Lukashenka dijo que en Belarús intentaron organizar una revolución pequeñoburguesa, pero ahora no hay ninguna revolución en el país, porque no hay revolucionarios al pie del cañón. ¿Apoya esta afirmación?
Por extraño que parezca, es cierto y es bueno. Nunca me gustaron las revoluciones y su lema «destruirlo todo hasta las bases, y después…». Lo que vimos en Belarús es una evolución acelerada. Estamos pasando por el proceso de laformación de nuestra autoconciencia como individuos a una velocidad increíble, así como de la unión de las personas en una nación. Como resultado aparecen nuevos requisitos, la demanda de un sistema de gestión diferente.
Aunque parezca controvertido, para mí sigue siendo el camino correcto, negarse a derramar la sangre de otra persona por el bien de los objetivos propios, por muy buenos que sean. Y esto es lo que implica la afirmación «estar dispuesto a todo». Nuestro pueblo no se ha rebajado al nivel de ignominia que han demostrado las autoridades. No nos hemos manchado las manos con sangre ajena. La nueva Belarús no debe basarse en la sangre, aunque la antigua se mantiene precisamente por la violencia y la crueldad. Precisamente el bien nos asegurará un futuro feliz para el país.
Y sobre la naturaleza pequeñoburguesa de quienes luchan por el cambio, es precisamente así: la gente está cansada de vivir al borde de la pobreza y la miseria. «500 a cada uno» [dólares por mes de salario, NE] es una inalcanzable y «brillante Shambhala» que harta. Queremos convertirnos en «pequeños burgueses». Pero en el mundo moderno se llama a esas personas la «clase media» y constituyen la base de todos los países civilizados y altamente desarrollados.
¿Cómo se desarrollará la situación en el país?
Esta es una de las preguntas más complicadas para una persona que recibe el 90% de la información saturada exclusivamente de mentiras, miedos y odios (es decir, de la televisión estatal). Pero me parece que solo hay dos opciones. O habrá una nueva Belarús, económica y políticamente independiente, o dejará de existir como un país independiente (aunque legalmente conservará su estatus) a través de nuestra inclusión en la órbita de cualquier otro «mundo».
Nos toca elegir nuestro camino en un futuro próximo, la economía no permitirá que el estado actual dure mucho. Una vez alguien dijo con mucho tino: «La política es una expresión concentrada de la economía». Por lo tanto, el punto extremo es el 2025, pero me gustaría pensar que es un período de tiempo exageradamente largo. Estoy a favor de la primera opción.
¿Todavía quiere ser presidente de la futura nueva Belarús?
Siempre he dicho que mi decisión no fue dictada exclusivamente por el objetivo de llegar a la presidencia. La presidencia es una herramienta y una oportunidad para participar en los cambios del país. Partía del hecho de que me propuse como un gerente contratado con mi experiencia y visión. Pero, después de los eventos de 2020, me di cuenta de que los cambios que se estaban produciendo en nuestra gente y que demostraban todo el increíble talento, la sinceridad y la dignidad de los belarusos como nación, habían cambiado enormemente el énfasis y los requisitos para la persona que podría al menos durante algún tiempo representar los intereses de nuestra gente.
Por lo tanto, me gustaría mucho ser digno de este pueblo. De aquellos que, a pesar de toda la injusticia y crueldad, han conservado su pureza. Entiendo que el año pasado nos regaló mucha gente joven y digna que es capaz de reclamar el rol de líder. Así que, si no era suficiente mi deseo antes, ahora las exigencias del pueblo han aumentado todavía más. Pero mientras se mantenga la demanda de mi visión de los caminos de desarrollo del país, se mantiene mi voluntad de brindar todas mis habilidades y conocimientos. Existe una oferta por mi parte, pero ¿habrá demanda de ella? Ya veremos.
¿Qué le gustaría decir o desear a los manifestantes belarusos?
Quiero dirigirme no solo a los manifestantes belarusos. Me gustaría que todos los ciudadanos de nuestro país leyeran estas palabras. Cada uno de ustedes es único y tiene derecho a su propia opinión. Juntos estamos formando nuestro estado y nuestra nación, que también es única y tiene derecho a elegir su propio camino. Pero cada singularidad tiene valores comunes, para una persona esto significa el derecho inviolable a la libertad de elección, al respeto y al valor de la vida.
Si un país, eligiendo entre la guerra y la deshonra, elige la deshonra, recibe tanto la guerra como la deshonra.
En nuestro país, lamentablemente, se ha desarrollado una situación en la que la actitud hacia estos valores ha dividido a todos en tres categorías. Aquellos que son conscientes de estas cosas y están dispuestos a actuar de forma activa para realizarlas. Aquellos que están de acuerdo con la necesidad de tener tal sistema de valores, pero, por miedo, no están dispuestos a hacer nada al respecto. Y también aquellos que se consideran no autorizados a hablar de ello, y simplemente esperan la felicidad que les prometen otros. Y quiero dirigirme a cada una de estas categorías de mis compatriotas.
Admiro a aquellos que se han dado cuenta de que son los dueños de su destino y sienten su participación y unidad con toda la humanidad. Ustedes son unos personas con mayúscula, son la luz de la bondad y la libertad. Las pruebas por las que están pasando ustedes y sus seres queridos les serán agradecidas con creces y se compensarán con la participación e inspiración de otros ciudadanos de Belarús. ¡No se detengan! Solo el camino a la esclavitud es fácil. La libertad requiere a veces firmeza y constancia. Pero sin duda merece la pena.
Entiendo la indecisión de quienes temen perder la comodidad y tranquilidad de su pequeño mundo. Pero deben comprender que hoy en día la elección no es entre una vida mejor o una buena, ni entre el bien y el mal. Es una elección para las generaciones venideras, dar un paso adelante para tener mejor suerte. Y para este paso ni siquiera se necesita salir a pelear, basta con no cometer actos viles e ilegales. Recuerden de las palabras de Churchill: «Si un país, eligiendo entre la guerra y la deshonra, elige la deshonra, recibe tanto la guerra como la deshonra».
Y también quiero que se lo piensen bien los que consideran que la responsabilidad por sus crímenes y actos inmorales será justificada con las palabras «cumplíamos órdenes» y «¿qué podríamos haber hecho?» Nunca en la historia la subordinación ha lavado la sangre de las manos de un asesino. En las circunstancias actuales, el reconfortante pensamiento «traté de mitigar la crueldad de las medidas y órdenes y servía a mi pueblo» no es una excusa. Mitigar las órdenes que son ilegales y violan los principios humanos significa cometer delitos. El futuro es inevitable y se harán preguntas a todos. Por lo tanto, puede ser mejor quedarse sin equipo en lugar de continuar en el equipo de quienes cometen o contribuyen a acciones destructivas para todos.
¡Somos belarusos, debemos estar juntos! Juntos, ¡hacia lo mejor!