Tikhanovskaya habla sobre la vida en el extranjero y las protestas
11 septiember 2020, 22:01 | Adaria Gushtyn, TUT.BY
El 11 de septiembre Svetlana Tikhanovskaya cumplió 38 años. Dice que su cumpleaños este año lo pasó trabajando. Hablamos con Svetlana sobre los cambios que ha sufrido su vida el último mes, sobre lo que piensa acerca de la falta de intención por parte de Alexander Lukashenko de entregar el poder, y sobre lo que más echa en falta de su vida en Belarús.
Svetlana, cuente en qué medida ha cambiado su vida últimamente. Usted no sólo se fue a otro país, sino que también tiene reuniones con los cargos políticos más altos. ¿Está acostumbrada a eso?
Vaya, ¡nada acostumbrada! Ha cambiado todo, hay mucho trabajo. Tengo que aprender muy rápidamente muchas cosas, tomar decisiones muy responsables que en vida normal nunca había tomado. Pero gracias al equipo tan maravilloso que tengo, gracias al impresionante apoyo de los belarusos, veo que vamos dirigidos hacia el mismo objetivo, un futuro mejor. Y todas mis decisiones van enfocadas a ello.
¿Cómo percibe el hecho de que la llamen presidente?
De momento me resulta algo extraño, aunque entiendo que según los resultados de las elecciones es así. Y sé que cuando se me dirigen de esta forma es en serio, no es ninguna broma. Es una responsabilidad muy grande.
¿Ha conseguido volver a reunirse con su familia? ¿Sus hijos se vieron obligados a salir del país?
Sí, estoy junto a mis hijos ahora. Y no fue así nada más llegar (a Vilnius – Nota de TUT.BY). Mis niños estuvieron sin verme poco menos de un mes, me echaban de menos, ya que antes yo siempre estaba a su lado, no nos separábamos más de medio día seguido. Claro, para los niños todo eso fue como una aventura, nuevas emociones que pudieron tapar un poco el echar de menos a su madre. Ahora todo está bien y estoy muy contenta de que estemos juntos. Muchas cosas pueden ponerte triste, pero tener a mis hijos cerca es lo más importante.
¿Mantiene la comunicación con Sergei sólo a través del abogado?
Sí, toda la información me viene de los abogados. Mientras estaba aquí, recogieron el correo de mi casa para mí, le echaron una foto y también me reenviaron la carta de Sergei que él había mandado el 20 de julio. Ya veis lo lento que va el correo. Allí escribe que me apoya, que me echa de menos, que manda recuerdos a todos y que cree en los belarusos. Está seguro de que nos va a salir todo bien. No hay otra. Sergei suele escribir unas cartas muy cálidas.
En Belarús ya se ha hecho una costumbre el levantarte por la mañana y comprobar a quién le han detenido. Y esto, por supuesto, influye en el ánimo de la sociedad que oscila entre la alegría de las marchas de los domingos y la desesperación absoluta después de las detenciones. ¿En qué punto está su ánimo?
Tengo el mismo ánimo que el pueblo. Cuando leo noticias desagradables me parece que hemos hecho poco, hay que poner más esfuerzo. Luego veo como la gente se alegra, como surgen nuevas formas de protestas, como se unen, y yo me alegro con ellos: allí está, nadie se rinde, todo está bien. Cada vez que tengo una entrevista con medios de masas en el extranjero me dicen que el ánimo de las protestas sufre una decaída, pero mirad los fines de semana la multitud de las personas que salen, incluso más que antes. Yo creo en los belarusos como los belarusos creyeron en mí. Sabemos lo que queremos. Y no podremos más vivir la vida que teníamos antes de las elecciones.Ya no podremos aceptar este gobierno, nos cueste lo que nos cueste, necesitemos el tiempo que necesitemos. Por supuesto, quiero que todo esto se acabe cuanto antes posible, que el pueblo obtenga la libertad, que se celebren unas elecciones nuevas, que Belarús empiece a desarrollarse, y estoy preparada para luchar lo que haga falta, y la gente lo está también, estoy segura.
¿Usted entiende que el potencial de las protestas no es eterno? Tarde o temprano este recurso se acabará.
La gente puede cansarse un poco, pero ya no va a conformar con este gobierno. Y ellos entienden perfectamente que todo depende de ellos. Tenemos que seguir con esta lucha juntos. Creo en la gente, creo en que esto ya no se puede parar. Las protestas pueden coger otra forma, y eso ya está pasando. Miren las banderas que extienden entre los edificios. Las quitan, pero la gente las vuelve a colocar. Imaginen cuánto dinero hace falta para traer esa grúa para quitar la bandera, y todo eso son nuestros impuestos. A la gente no se les deja quedar para hablar tranquilos por las tardes cuando se juntan en sus barrios, vienen las unidades policiales. Y a pesar de eso la gente se une, se junta y sale. Con el inicio del año escolar los estudiantes se han unido de forma muy activa. Aquí ya van con el principio de «a ver quién aguanta más». Yo creo en belarusos, vamos a ganar de todas formas.
¿Qué opina sobre las palabras de Lukashenko de que «el poder no se da para que se coja, se deje y se entregue»?
En general es difícil hablar de cualquiera de sus enunciados. Nadie le había dado el poder, en su momento le pusieron en este puesto de trabajo. La gente que entonces le votó ya llevaba tiempo queriendo que se fuera, pero para el 2020 el pueblo ya se despertó por completo. ¿A quién no le entrega el poder? ¿Al pueblo que ya lo debe de tener según la Constitución? No es su huerto y nosotros no somos sus esclavos. No hay que entregar el poder, hay que pasar la dirección del estado a manos de otra persona. La gente ya no quiere que él esté con nosotros.
A muchos les conmovió la noticia sobre cómo María Kalesnikava se quedó en Belarús. Rompiendo su pasaporte ella entendía que iba a terminar entre las rejas, lo que sucedió al fianl. ¿Qué piensa acerca de lo que hizo?
Creo que es un acto muy valiente y heroico. En Belarús habrán pocas personas que pudieran hacer los mismo. El que haya sufrido esta presión, que haya estado en una situación así, entiende lo difícil que es no irte. Y Masha lo pudo, rompió el sistema. Es un acto un tanto excéntrico, muy suyo, ella es así ¡«uuuuuuuf»! Tenemos que estar todos orgullosos de ella.
A día de hoy sólo un miembro de la presidencia del Consejo Coordinador permanece en el país, Svetlana Alexievich. Pero por motivos de salud no tomaba parte de manera activa en el trabajo. ¿Cómo se va representar el Consejo en Belarús en adelante?
Sí, poca gente queda en libertad de la presidencia, pero nadie ha presentado ninguna solicitud para salir y dejar de ser miembro del Consejo Coordinador. Ahora hablamos de cómo vamos a trabajar en adelante. Quizá se elijan otros miembros de presidencia.
Hoy muchas personas salen a protestar no concretamente por las elecciones, sino por la crueldad de los cuerpos policiales. Durante su entrevista con los periodistas rusos, Lukashenko dejó caer que quizá valga la pena ya «pasar página». Según su opinión, ¿lo ve usted posible?
Lukashenko tiene su propio libro donde él solo pasa las páginas, y nosotros tenemos el nuestro, y esta página no la vamos a pasar nunca, ya que se ha convertido en la página titular: la gente no olvidará ni perdonará jamás esta bestialidad. Fue un error muy grave por parte del estado poner en práctica esa crueldad. Sí, la gente salió a defender sus votos. Pero tantas manifestaciones no podrían haber tenido lugar sólo por las elecciones. Ahora la mayoría de los manifestantes salen por su indignación ante las torturas. Estos tres días de bestialidades son los peor que podía haber emprendido el gobierno. Ellos pensaban que así iban a aplastar el ambiente de protestas, sin embargo, sólo consiguieron enfurecer a la gente, la convencieron de que hay que luchar contra ellos porque de lo contrario no significaremos nada para este Estado. No lo olvidaremos ni lo perdonaremos. Y el hecho de que no se haya abierto ningún caso penal relacionado es escandaloso. Las autoridades pueden «pasar páginas» las veces que quieran, pero la gente va a luchar por la justicia. Y, si el gobierno no hace nada, se unirán estructuras internacionales.
Ya lleva casi un mes viviendo en otro país. ¿Qué es lo que más echa en falta de la vida en Belarús?
Añoro mi casa como tal. Si hablamos de lo personal, en casa me siento más cerca a mi marido. Claro, ahora le ayudan, le mandan paquetes, pero cuando estás más cerca te sientes más cómoda. Pasas un rato cerca de la cárcel, como si te aproximaras más a él. También me da mucha pena no haber sentido todo el ambiente que llenaba las manifestaciones. Cuando lo observaba desde aquí me parecía que la gente iba con miedo. Pero los que tomaron parte ya me contaron que iban en una multitud de miles de personas y sólo sentían felicidad. Por supuesto, que me gustaría experimentarlo. Echo mucho de menos mi Patria, aunque pueda sonar enfático. Tengo unas ganas infinitas de volver a casa, por eso espero que muy pronto tenga esta oportunidad yo también, al igual que todas las personas que se vieron obligadas a irse. No podemos perder, demasiadas personas esperan volver a casa.