Tres hermanas de Vitsebsk: sobre las protestas, los arrestos y los cambios
16 marzo 2021 | Tatsiana Karavenkava, NAVINY.BY
Las hermanas Tsiarentsyeva son jóvenes con una postura cívica activa Las tres fueron detenidas varias veces después de las elecciones presidenciales: pasaron por multas y arrestos administrativos. Pero esto no rompió el deseo de las hermanas de involucrarse en el proceso de cambios.
Las hermanas Stanislava, Karalina y Safia Tsiarentsyeva viven en Vitsebsk y participan en diversas iniciativas y proyectos sociales. En julio de 2020, crearon su propia iniciativa «Zadvizh_ka», cuyo objetivo es educar a las personas sobre los temas de educación adicional, combatir la discriminación y la violencia doméstica. Pero los eventos que siguieron a las elecciones presidenciales hicieron ajustes en la vida de las hermanas.
La mayor de las hermanas, Stanislava, se graduó de la Universidad Estatal de Polatsk con un título en turismo y hostelería. Ahora trabaja en Vitsebsk como coordinadora en una de las organizaciones públicas involucradas en la implementación de diversas iniciativas locales.
Karalina es veterinaria en un refugio de animales de la ciudad. En el tiempo que le queda libre de su trabajo principal, ayuda a organizar proyectos solidarios.
La joven Safia estudió en la universidad de Vitsebsk, en una filial de la Universidad Estatal Tecnológica de Belarús, pero a fines de octubre del año pasado fue expulsada de su segundo año. Según Safia, la razón fue su posición cívica activa. Al igual que sus hermanas, también trabaja en el tercer sector, en particular, participa en el trabajo del consejo de la Unión de organizaciones juveniles belarusas «Rada» y LGBTQ+ de la iniciativa Closet free en Vitsebsk.
Entre las tres tienen más de 10 detenciones, multas por un valor de casi 40 unidades básicas y 27 días de detención
«La campeona en días de arresto soy yo», dice Karalina con confianza.
«Pero solo porque te echaron 15 días del tirón», dice Safia, que ha sido detenida tres veces. En total, ha cumplido 12 días de arresto.
Stanislava fue la primera en enfrentarse a los arrestos. Esto sucedió el 12 de agosto cuando, junto con otras mujeres de Vitsebsk, salió a la calle con flores.
«Siguiendo el ejemplo de Minsk, también decidimos hacer una cadena de solidaridad», dice Stanislava. «Entonces estuvimos de pie unos cinco minutos, fue lo que tardó en dar la vuelta y recogernos el autobús que estaba aparcado al otro lado de la calle. Luego nos tuvieron en comisaría durante cinco horas».
Elaboraron un acta, fijaron una fecha para el juicio y nos liberaron.
«Me juzgaron por participar en una manifestación y supuestamente por tener una pancarta blanca, roja y blanca», dice la muchacha. «Todos mis argumentos de que era la bandera de Suiza, que la tengo conmigo, no importaban. Me multaron con 12 unidades básicas».
Stanislava fue detenida nuevamente en octubre, cuando ella y sus amigas caminaban por la ciudad. Las chicas llevaban flores como la otra vez.
«Nos detuvieron, revisaron nuestros documentos y dijeron que habíamos robado estas flores de los macizos de flores de la ciudad, que se sospechaba que habíamos robado plantas ornamentales. Así lo tengo escrito en el acta», se ríe Stanislava.
Las chicas fueron retenidas durante varias horas en la Dirección del Interior del distrito Kastrychnitski (ROVD), y el teléfono de Stanislava también fue confiscado.
«Supuestamente por impago de la multa anterior, pero el caso es que apelé la decisión del juzgado de primera instancia y esperé a que se tomara en consideración la denuncia, pero nadie se molestó, no me dieron el teléfono», señala ella.
La más desagradable fue la última detención, cuando la policía antidisturbios llegó a una casa privada en las afueras de la ciudad, donde Stanislava y sus amigos se habían reunido para una fiesta de Halloween. Cuando llegaron los oficiales de seguridad, algunos de los invitados ya se habían ido, otros estaban dormidos. Según Stanislava, se despertó cuando tres policías antidisturbios irrumpieron en su habitación.
«En el ROVD de Kastrychnitski, a donde nos llevaron a todos, me dijeron que yo estaba organizando eventos políticos. También nos dijeron que supuestamente había unos folletos en el territorio donde nos habían detenido, que consumíamos y distribuíamos drogas», dice Stanislava.
Dado que fueron detenidos por sospecha de consumo de drogas, se les realizó un reconocimiento médico. Stanislava también pasó pruebas de forma independiente en un laboratorio privado.
«Lo hice a propósito para poder defenderme si pasaba algo».
Los resultados del examen médico, que se realizó un mes después, mostraron que no había rastros de drogas en su sangre.
«No se ha abierto ningún caso, ya que no existe un corpus delicti. Fue un acto de intimidación: la policía antidisturbios llegó de noche, derribó las puertas, secuestró a la gente», enfatiza la muchacha.
Por otra parte, señala el «amor de los empleados de Vitsebsk por grabar películas»: uno de los canales propagandísticos de Telegram publicó imágenes de su detención; ni ella ni su abogado las habían visto antes, pero el vídeo apareció en Internet. También informó sobre unas jeringas supuestamente encontradas en la casa, que podrían contener estupefacientes. Los autores de la película, por supuesto, no especificaron que los resultados del examen fueron negativos.
Según Stanislava, después de este vídeo, muchas personas contactaron con ella para apoyarla.
«Pero también hubo muchos que escribieron cosas desagradables y me desearon la muerte. Y, a menudo, estas personas que ofrecen una perspectiva diferente de la vida son muy intrusivas. Y esta es la otra cara de la moneda. También es necesario hablar de la guerra de información librada por las autoridades. Esto tiene un efecto muy fuerte en la productividad, en el estado mental, porque la persona simplemente está siendo intimidada».
Karalina, que tuvo que cumplir 15 días de arresto, fue detenida dos veces. En octubre, acudió a los tribunales con amigos para apoyar a quienes estaban siendo juzgados por cargos administrativos. Encontraron dos pegatinas blancas, rojas y blancas en su pasaporte, y la detuvieron bajo sospecha de que hubiera pegado otras parecidas en el edificio de juzgado.
En el ROVD de Kastrychnitski redactaron un acta en virtud del art. 21.12. «No tenía idea de qué era ese artículo», dice Karalina. Resultó ser una violación de las normas para la mejora y el mantenimiento de los asentamientos.
«Me dieron a leer el acta, luego a firmar el conocimiento de mis derechos. Y yo estaba tan indignada: “¿Y mi derecho a una llamada telefónica?” Y se me permitió llamar a mi familia y decirles que estaba detenida. Pero ya lo sabían. En total, pasé tres horas y media en el ROVD, luego me dejaron ir», dice la joven.
Como resultado, no hubo juicio y el caso se cerró por falta de pruebas.
La segunda vez, la policía la llamó y le pidió que fuera a buscar su teléfono, que presuntamente había perdido.
«Me sorprendió porque no había perdido ningún teléfono, pero la persona que llamó dijo: “Si usted no viene ahora, iré a por usted yo mismo.” Decidí que sería mejor ir por mi cuenta», dice Karalina. «Y me redactaron un acta bajo el art. 23.34 del Código de Infracciones Administrativas. A pesar de que no participé en ningún evento masivo. Antes del juicio, pasé la noche en el centro de prisión preventiva, luego el juicio duró todo el día y me echaron 15 días de arresto».
Safia tuvo la mayor cantidad de arrestos: cinco.
«Las dos primeras veces sucedió justo en la universidad donde estudiaba. Y en ambas ocasiones durante las clases de inglés», dice la joven. «Fue por participación en protestas pacíficas. Según el primer acta, cumplí dos días antes del juicio y luego el tribunal me asignó los mismos dos días. Bajo el segundo acta me multaron con dos unidades básicas».
Luego hubo una detención por participar en un piquete: en el pasillo de su universidad, Safia estaba con un cartel en el que había una imagen de la brutal detención de uno de los estudiantes de la Universidad Médica de Vitsebsk y la inscripción «¿Es esto normal?»
«Quería escuchar lo que nuestros profesores y la dirección pensaban sobre lo que estaba pasando», explica Safía. «Ese día fui expulsada y detenida, luego el juzgado me dio una multa de 25 sueldos básicos».
Se redactó otro acta en su contra por un piquete en apoyo a la defensora de los derechos humanos Marfa Rabkova, a la que Safia conoce bien y que lleva varios meses en un centro de detención del KGB.
«El tribunal luego, por alguna razón, cerró el caso, considerando que yo no participé en el piquete. Pero como ya han pasado los dos meses de plazo para llevar a alguien ante responsabilidad administrativa, puedo decir que sí estuve allí», dice Safia.
También fue detenida por participar en una marcha de barrio en enero de este año.
«Estaba casi en casa cuando la policía antidisturbios me detuvo. Corrí muy rápido, pero resbalé y caí. Fue muy decepcionante», dice la joven. «Luego pasé una noche larga y desagradable antes del juicio con bromas sobre la violación por parte de los agentes del orden. Les pareció muy divertido. En el vehículo golpearon a un hombre. Entonces el tribunal me echó siete días».
La última detención fue extraña: la llamaron cuando estaba en el trabajo y le dijeron que tenía dos días de arresto sin cumplir. Luego llegaron durante las horas de trabajo, la detuvieron y la llevaron nuevamente al ROVD de Kastrychnitski.
«Pasé allí dos horas, al final me dijeron que se habían equivocado y me llevaron de vuelta», dice Safia.
Es imposible tener miedo todo el tiempo
Hablando de sus detenciones, multas y días, las hermanas bromean y se ríen.
«Es una forma de autoprotección», explica Stanislava. «Está claro que ninguna de nosotros tiene un sentido básico de seguridad, porque hemos sido detenidas en el trabajo, en la universidad, en la calle. Me llegué a despertar con antidisturbios en mi habitación. Dentro de las fronteras de la República de Belarús, uno no puede sentirse seguro en ningún lugar, porque comprende que las leyes, si les conviene, no funcionarán».
Según ella, el apoyo familiar ayuda. «Solo tenemos a mamá. Ella, por supuesto, está muy preocupada cuando nos detienen, pero fue ella quien nos crió para que defendiéramos nuestros puntos de vista. Bueno, y el resto de mis parientes», Stanislava asiente con la cabeza a sus hermanas y se ríe, «de vez en cuando también pasan por la cárcel, así que quien está libre en ese momento es quien lo gestiona».
Karalina y Safía dicen que la terapia psicológica les ayudó a sobrellevar el miedo y el estrés de lo que estaba sucediendo.
«A veces, por supuesto, vienen recuerdos desagradables, pero estamos bien», dice Karalina. «Comencé a ir a consulta con un psicólogo en otoño, cuando empezaron a detener a mis hermanas, porque me sentía incómoda. Hubo un momento en el que daba miedo estar en casa, porque no dejabas de pensar en cuándo vendrían a por ti. Cuando me encontré en el ROVD por primera vez, estaba más tranquila allí, porque entiendes que a peor ya no va a ir, como se suele decir. Y luego sales del ROVD y te sientes triste, aterrada. Pero el humor ayuda».
Safia confesa que en un momento dado sintió una gran fatiga y agotamiento.
«Es un mecanismo de defensa mental. La mente no puede estar estresada y asustada todo el tiempo», dice la muchacha. «Por tanto, todo se esconde en algún lugar, como si no existiera, pero periódicamente aparece y, en general, afecta la salud mental y física. Me agitaba de un lado a otro. La terapia psicológica, mis amigos y familiares me ayudaron a salir de esto».
Stanislava añade que no tiene sentido tener miedo todo el tiempo.
«Es inútil», dice ella. «Si constantemente le temes a todo esto, te tienes que marchar del país. Y he sopesado todo en mi vida, y no quiero. Quiero trabajar aquí. Amo mi trabajo, amo lo que hago. No quiero irme. Por lo tanto, tenemos que buscar formas de relacionarnos con esto de manera más filosófica. Y el humor es una de esas formas de no tomarse todo en serio de tal manera que afecte su trabajo y su estado de ánimo».
La sociedad civil y los funcionarios se congelaron en espera
Ahora, las hermanas, además de su trabajo principal, pudieron volver a la implementación de su iniciativa «Zadvizh_ka» nuevamente. En los meses anteriores, no habían tenido posibilidad de hacerlo, ya que ayudar a otras personas requería mucha energía.
«Íbamos a los tribunales para apoyar a los que estaban siendo juzgados, y también ayudábamos con información, porque hubo muchas solicitudes. La gente no sabía qué y cómo hacer si detenían a su ser querido, y nosotras ya habíamos pasado por muchas situaciones nosotras mismas y conocíamos algunas pautas», explica Stanislava. «Pero ahora de todas formas estamos tratando de implementar la agenda que teníamos inicialmente. Incluso a pesar de lo que está pasando. Trabajamos con la comunidad de la ciudad de Vitsebsk, con proyectos de la ciudad en los temas de educación, formación adicional, lucha contra la discriminación y la violencia doméstica. Estos temas son importantes para nosotras».
Uno de los últimos eventos que llevaron a cabo las hermanas Tsiarentsyeva a principios de marzo fue una conferencia sobre cómo la violencia y las relaciones abusivas se popularizan en la cultura de masas.
Al mismo tiempo, señalan que la vida pública de Vitsebsk fue influenciada no solo por los eventos posteriores a las elecciones, sino también por la pandemia de COVID-19.
«Las personas ahora tienen una gran demanda de eventos en vivo, porque están cansadas de estar en línea, cansadas de no tener exhibiciones, reuniones, eventos, etc.», dice Stanislava. «Por otro lado, la gente empieza ahora a interesarse por cómo y qué está pasando, cómo debe funcionar la sociedad. Y trata de buscar respuestas a estas preguntas, incluso en organizaciones e iniciativas públicas. Pero aquí también vale la pena comprender que la situación en Minsk o Vitsebsk, como grandes ciudades que son, puede ser una, y en pequeños centros regionales o aldeas la cosa puede ser completamente diferente, hay una actitud completamente diferente hacia las ONG y los eventos que tienen lugar. Y un acceso completamente diferente a cualquier tipo de actividades educativas y de divulgación».
Otro punto importante es la actitud de las autoridades locales ante lo que están haciendo las organizaciones del tercer sector.
Anteriormente, Vitsebsk se destacaba favorablemente por el hecho de que los funcionarios locales estaban abiertos al diálogo con la sociedad civil y los activistas, ayudaron en la organización de eventos e incluso participaron en ellos. Hoy en día, nadie intenta establecer contactos.
«Esta situación tiene dos caras», explica Stanislava. «Por un lado, como en Minsk, aquí muchas organizaciones han tomado la decisión ética de no cooperar con representantes de organismos estatales, porque de alguna manera apoyan este sistema. Por otro lado, los propios funcionarios tienen miedo de dar un paso, porque ahora no hay un algoritmo claro. No se sabe cómo terminará para ellos el consentimiento para permitir algo o participar en algún evento, si les saldrá el tiro por la culata. Cuando no hay un mecanismo y procedimientos claros, la gente se vuelve cautelosa. Ahora hay una pausa en la que mucha gente está esperando».
No estamos corriendo un esprint, sino una maratón
Cuando se les preguntó si compartían el sentimiento de quienes creen que la protesta se ha perdido y no se podrían lograr cambios, las tres hermanas responden juntas: «¡No!»
«Entiendo a quienes lo dicen: se han enfrentado a represiones muy fuertes, están muy quemados, muy cansados. Necesitan descanso y psicoterapia», dice Sofía. «Y esto es normal: cuando inviertes mucho, total y sinceramente, y te enfrentas a la violencia y los casos penales, te cansas y te decepcionas. Me parece que ahora pasamos por un período en el que todos tienen que recuperarse un poco».
Lo que sucedió cambió la sociedad, Stanislava está segura.
«No será como antes», señala ella. «Pero a veces quieres victorias rápidas, correr un esprint, sin embargo tenemos por delante una larga maratón donde hay muchos factores y eventos que influyen en lo que está sucediendo. Está claro que todo esto se prolongará. Antes de eso, el sistema duró 26 años y no puede desaparecer en un día. Pero la gente ha cambiado, ya no lo aceptará. Solo se necesita más tiempo».
Stanislava también dice que, a pesar de todas las dificultades, es importante no despreciar lo que le sucede a uno mismo y a otras personas.
«Hay una situación en la que, en lugar de a las apoyar iniciativas y personas que intentan cambiar algo, comienzan a criticar, condenar y devaluar el significado. Y esto es muy desmotivador y afecta fuertemente el estado de ánimo general», enfatiza la joven.
«Sigo siendo optimista», agrega Karalina. «Una vez en la policía me estuvieron preguntando un rato cuál era mi posición civil. Y yo respondía: «Positiva». Y no entendían lo que significaba positiva. Y positiva significa que veo luz al final del túnel, y eso es genial».