Chaly explica por qué es así
1 septiembre 2020, 11:36 | Volha Loika, Siarhei Chaly, TUT.BY
Pese al escepticismo, la actividad de las protestas en Belarús (Bielorrusia) no desciende. En la lucha contra los manifestantes, unos de los argumentos de más peso ha sido últimamente Vladimir Putin y su prometido apoyo. El analista Sergei Chaly nos habla del valor de esas promesas, el camino que espera a Belarús y por qué las protestas descentralizadas han sido tan efectivas a tan gran escala.
Sergei Chaly
Analista independiente
Olga Loyko
Jefa de redacción del bloque político-económico de noticias
¡Putin, salva!
Una de las preguntas más comunes que preocupan a los belarusos en los últimos días es cómo tratar la amenaza de Rusia y la apelación constante de Alexander Lukashenko a Putin: desde la discusión de Putin con terceros países sobre el destino de Belarús hasta la «reserva» policial que se está preparando para ayudar a los belarusos. ¿Es posible que se acelere la integración de Belarús con Rusia, o incluso su incorporación a la misma?
«En la economía existe el concepto de las intervenciones verbales. Un gran maestro de estas intervenciones era Eisuke Sakakibara, el ex ministro de finanzas de Japón, al que le dieron el mote de “Míster Yen”. Si expresaba el deseo de que la ratio del yen al dólar no fuera de 135 sino de 145, el yen bajaba aunque las autoridades no hicieran nada. Porque había confianza en él. Todos sabían que la divisa saldría al curso que él quisiera. En Belarús también funcionan las intervenciones verbales: recordemos aunque sea ese famoso «no va a haber devaluación». Esto son precisamente intervenciones verbales de Rusia. Yo no creo ni que vaya a entrar ningún ejército, ni cuerpos de seguridad, ni nada. Esta «reserva» solamente es necesaria para decirle algo a Lukashenko», explica Chaly.
No puede haber ninguna «república popular» como las de Donetsk y Lugansk en Belarús debido a lo que todas las encuestas reflejan sin lugar a duda: la actitud frente a Rusia es buena, pero no existe un deseo de formar un estado único con ella.
«Y no va a haber ninguna Crimea en Belarús. Además, tanto el ejército como las tropas de defensa territorial están enseñadas a funcionar con el plan de bloqueo de los edificios administrativos y la formación de «alcaldes populares». No van a dispararle a la población local, por supuesto», considera el experto.
Es mucho más importante entender, destaca el analista, cuáles son los planes a largo plazo de Rusia en lo que a Belarús se refiere.
«Parece que esos planes han cambiado bastante después de las elecciones. Considero que el objetivo de Rusia no es la incorporación, sino la creación de un sistema muy débil dependiente de Rusia. Las esperanzas de que Moscú de pronto nos ayude económicamente son vanas. Y esos cien mil millones de dólares para refinanciar la deuda de Belarús con Rusia son una gota de agua en el océano. Son iguales que los seiscientos mil millones que Medvedev se supone que le ofreció a Lukashenko en 2011. Al final no hubo absolutamente nada.
Los analistas rusos escriben que Putin está cometiendo un error al apoyar el régimen de Lukashenko. Un dictador que le tiende la mano a otro: una especie de asociación internacional de dictadores. En realidad, no está cometiendo ningún error», asegura Chaly.
Toda la estrategia de Putin en relación con todos los países, incluido el nuestro, ha sido igual durante toda su presidencia. Es suficiente recordar la exposición de su programa en 2015, cuando habló concretamente sobre el apoyo a los regímenes soberanos en su lucha contra el pueblo, contra una democratización, decía, forzada desde fuera.
En Rusia no han inventado nada nuevo para Belarús. Putin, desde sus primeras acciones como presidente, desde su visita a Kim Jong-Il, intentó venderse a Occidente como la persona a través de la cual se puede conversar con los regímenes más impredecibles y sus cabezas de estado. Lo mismo ocurrió con Siria y en otros casos.
Chaly destaca que Siria es precisamente un buen ejemplo de la actividad de Rusia.
«¿Qué hace Rusia en Siria? De hecho, lo que hace es fastidiar los intentos de todo el mundo de normalizar de alguna manera la situación en un país donde el pueblo se ha levantado y hay un dictador que habría sido derrocado hace mucho si no fuera por la ayuda militar que recibe periódicamente de Rusia. No tiene fuerzas para mostrarse en la arena mundial él mismo, pero puede estropear los esfuerzos de los demás perfectamente. Como si dijera: no podéis con Assad sin mí, vamos a sentarnos a hablar. Rusia quiere una conversación de igual a igual con EEUU y con otros países. Esa es su meta, no Siria. Con Belarús su meta también es impresionar a Occidente. Por eso Putin intenta que los líderes mundiales no discutan el destino de Belarús con Lukashenko, sino con él. Está seguro de que esa es su esfera de influencia».
Como resultado, con la participación de Rusia se crean «abscesos», sobre todo en el espacio post soviético, afirma el experto. De este modo, a Georgia se le arrebataron territorios y se hizo de ellos (sobre todo en el caso de Osetia del Sur) un eterno problema. Igual pasó con Donetsk y Lugansk.
O Transnistria. Ahora es obvio que es una verdadera infección en el cuerpo de Moldavia. Yo he hablado mucho del camino de Belarús. Podríamos convertirnos en una especie de Estonia con su informatización, un país pequeño orientado a la exportación. Si no cambia nuestro rumbo, Belarús podría convertirse en una gran Moldavia. Pero el guion que nos propone hoy Putin es incluso peor: podríamos convertirnos ya no en Moldavia, sino en Transnistria. Esa es, seguramente, la meta a largo plazo de Putin. Ese es el precio del apoyo de Rusia. No es la ocupación, no es la integración, no es la intervención: es la creación de abscesos infectados en el cuerpo de otro país.
Belarús podría convertirse en una gran Moldavia. Pero el guion que nos propone hoy Putin es incluso peor: podríamos convertirnos ya no en Moldavia, sino en Transnistria. Esa es, seguramente, la meta a largo plazo de Putin. Ese es el precio del apoyo de Rusia.
El experto considera que la Belarús «putinista» es un país con una economía poco desarrollada y nada independiente, un sistema jurídico débil; la incapacidad de defender el derecho a la propiedad sobre la que habla el propio Lukashenko (diciendo que solo los empresarios leales al régimen tendrán condiciones iguales a las del sector público) es una garantía de una actividad inversora nula, tanto interna como externa.
«El país vivirá con las migajas que nos den de fuera. Igual que en Transnitria, donde no pueden pagar ni el gas natural que necesitan de Rusia. Estas deudas las paga Moldavia. Mientras tanto, el país pierde su subjetividad política exterior: todos sus asuntos exteriores los va a resolver Putin. La demanda interna efectiva colapsa al mínimo. Todo lo que está vivo y puede moverse y trabajar en las condiciones de una economía contemporánea normal se va a ir del país. Ocurrirá una arcaización del país. Una podredumbre progresiva con una falta de perspectivas plena. No habrá ningún crecimiento económico», dice el experto.
El Carnaval belaruso, o la Protesta sin líder
Las últimas semanas el mundo ha valorado positivamente la creatividad de los participantes de las protestas belarusas, cada vez hay mensajes y pancartas más elaborados. Chaly está seguro: estamos preparándonos para superar las manifestaciones y carnavales europeos.
«Una cucaracha gigante, la muerte con una guadaña, las pancartas de «OMONimos y antónimos» [el mensaje es un juego de palabras en el que se usa el nombre del “OMON”, cuerpo de policías antidisturbios, que es antónimo al pueblo que se manifiesta – Nota del traductor], «Russia Today — La Haya Tomorrow» [otro juego de palabras que contrapone el nombre del famoso medio de comunicación ruso con el tribunal de La Haya – N. T.] , etc. Esta carnavalización cumple una serie de funciones importantes. Una vez hice un proyecto «por gusto»: una guía de viajes de Minsk tal y como será si podemos librarnos de todo esto. Y tuve la idea de hacer todos los años un festival en el que la mitad de los participantes se vistiera de antidisturbios y, la otra, de opositores. Y que hicieran entre ellos batallas épicas como la Tomatina de España. Parece que estamos cerca de hacer realidad esta idea.
Sin embargo, cada dos o tres días aparecen conversaciones de que todo se ha acabado y la protesta se ha extinguido, que a todos nos van a meter en la cárcel, ya sea juntos o separados: hay varios escenarios de derrota. Ahora esta narrativa, asegura el experto, empieza a desaparecer. La gente está viendo que es una lucha lenta, una batalla de resistencia. Y los manifestantes tienen bastantes recursos.
«El ahora popular politólogo ruso Maxim Kats ha dicho algo muy importante: todo el mundo presta atención al estado de las personas que salen a las acciones de solidaridad. Pero mirad lo que está pasando al otro lado de las barricadas: las autoridades hacen todo lo que pueden para extinguir las protestas. Prometieron que se habría acabado todo ya para el lunes pasado. Pero no lo han conseguido. Han disparado, han tirado granadas, han dado palizas, han torturado, han cortado Internet. Incluso ha salido el presidente con un fusil en las manos. No les funciona nada. Lukashenko sigue sin poder entender por qué hay tanta gente en la calle. Él los ha criado a todos, los ha alimentado, ha creado todos los negocios, como en el Evangelio según San Juan: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho». ¿Y qué quiere la gente? ¿Participar en la elección del destino de su país? ¡Pero si ya participan! Bueno, no todo el mundo. ¿Pero para qué quiere hacerlo todo el mundo? Las autoridades os dan de comer, ¿qué más queréis?»
Han disparado, han tirado granadas, han dado palizas, han torturado, han cortado Internet. Incluso ha salido el presidente con un fusil en las manos. No les funciona nada. Lukashenko sigue sin poder entender por qué hay tanta gente en la calle.
Y esta sensación de que nada funciona genera emociones importantes, Chaly está seguro. Si continuamos la metáfora estrella de esta campaña, la metáfora del tirano doméstico: si no te doblega la violencia, el agresor siente impotencia y desesperación. Y si el agresor tiene problemas gestionando su impotencia, si lo emocional predomina en su mente sobre lo racional, esto le provoca odio e ira.
«Se trata de una salida a través de los afectos en lugar de una gestión racional. La persona no puede entender que los valores existenciales básicos son más fuertes que el miedo. Piensa en otras categorías: pan, harina. Y la gente ya ha subido en la pirámide de las necesidades, han visto un mundo más amplio que el de aquel que los domina», dice el analista
El estado de ira y odio consume muchísima energía, se come las fuerzas, según continúa la reflexión de Chaly. Cuanto más tiempo te encuentres en ese estado, más actos irracionales realizas, menos confianza generas tanto en el pueblo como en el ámbito político que te rodea y entre tus oponentes. Es una batalla de resistencia. Pero no física, sino emocional.
«Por contra, la carnavalización es capaz de retroalimentarse. Funcionan las relaciones horizontales, las personas recargan sus baterías las unas con las otras. Las fuerzas de un lado se debilitan mientras que las del otro crecen», destaca.
Cómo la horizontal supera a la vertical
Los que decían que las protestas se extinguirían pronto estaban subestimando las fuerzas y los recursos de la red horizontal, según asegura el experto. Y realmente muchos están seguros todavía de que la pirámide jerárquica funciona mejor que la red horizontal.
«Los aztecas tenían una estructura jerárquica fija, cementada durante siglos. Pero cuando se liquida al líder, el imperio se hunde. Si no hay un líder principal, si cada pueblo se autogestiona, la ofensiva se atasca, se empantana. El valor y la voluntad de continuar actuando de la red horizontal no es individual, sino que todas las personas se apoyan unas a otras. No importa el valor que tengas tú, sino cómo valores el valor de aquellos que están a tu lado. En las protestas masivas esto funciona cuando todos pueden ver las acciones del otro. Tarde o temprano a la gente le da vergüenza no participar: todo el mundo está allí», dice Sergei Chaly.
Chaly está seguro de que muchos politólogos y expertos subestiman la fuerza de las estructuras organizativas de hoy en comparación con las antiguas.
«Todas esas preguntas del tipo: «¿Qué vais a hacer si os meten en la cárcel?» proceden de la seguridad de que solo funcionan las estructuras jerárquicas con un guía, un líder, unos organizadores concretos. Y el contrapeso de esta creencia, por ejemplo, es la marcha de las mujeres del sábado: con su falta de lógica, algo de caos, todos esos gritos de: «¡Ahhh! ¡Hemos rodeado a los antidisturbios!» Las ideas nacen espontáneamente y pasan un filtro: lo que funciona se aplica inmediatamente. Es una expansión de microinnovaciones, como la idea de hacer un acordeón con las papeletas. Y funciona de forma magnífica. Y las autoridades y sus expertos siguen pensando que están luchando contra una oposición organizada», dice el experto.
Las autoridades y sus expertos siguen pensando que están luchando contra una oposición organizada.
Para explicar lo que ocurre, Chaly señala, puede haber dos hipótesis: que hay unos coordinadores desconocidos que tienen recursos simplemente ilimitados (a los que se enfrentan con los tanques y las máquinas de guerra especiales, que valen mucho dinero), o que están en funcionamiento unas tecnologías invisibles hasta ahora (de ahí la convicción de que no salen ellos mismos, sino que les han lavado el cerebro, por lo que se contrarresta con folletos y programas de radio, como en la Segunda Guerra Mundial).
Los expertos del estado, Chaly está seguro, están extremadamente alejados de la realidad. Por ejemplo, el politólogo, doctor en filosofía Nikolai Schekin declara: «En Belarús se está realizando el conocido modelo de cuatro pasos de la guerra híbrida: una revolución en Telegram, una guerra diplomática, una oferta de «ayuda humanitaria», y un enfrentamiento militar directo».
«Tal como lo imaginan ellos, hay unos líderes invisibles, unas estructuras jerárquicas intangibles con una preparación general. Estaban preparados para luchar con las protestas: con una multitud dirigida, organizada e incluso armada. Para eso estaban los equipos de guerra en las calles: hidrocañones, cadenas para aislar, rodear, dispersar. En su lugar ha salido el caos adorable de la protesta de las mujeres donde nadie sabe lo que pasa. Los hombres no tienen poder sobre eso. Y ellas les gritaban que «nadie se acostaría con ellos», lo cual es horrible», se ríe el experto. «Es un golpe tan bajo que ya es una pesadilla. Y muchos creen en la fuerza de las maldiciones femeninas colectivas. Es un arma poderosísima».
Ahora Belarús está demostrando al mundo cómo funciona verdaderamente una protesta descentralizada, Chaly está seguro.
«Por cierto, se equivocaron también los expertos de las tropas del sofá, los bloggers como Nexta, que decían que si no atacábamos ahora e intentábamos tomar las televisiones, la cárcel de Okrestina, los edificios de la administración, la protesta fracasaría. Pues resulta que no. Y la gente entiende perfectamente que la fuerza no está ahí. No está en los ataques armados ni en las barricadas. Se trata de un orden de resistencia totalmente diferente. Además, fijaos que solo utiliza métodos no violentos».
La propaganda de importación: ¿cómo funciona?
La semana pasada se unieron propagandistas rusos a los belarusos: los invitaron a la televisión belarusa a ayudar a sus colegas. Pero, ¿funcionará eso?
«Hay que entender qué diferencia hay entre la propaganda y las noticias. Dicen que la propaganda miente siempre, incluso cuando dice la verdad. Es un método especial de transmisión de la información. Mire los canales rusos: ataques de histeria, gritos. Eso es peligroso para la salud mental. Y es lo que hemos importado», constata el experto.
Chaly continúa su reflexión declarando que es obvio que los propagandistas trabajan bastante torpemente. Como resultado aparecen iniciativas como el paso de los furgones policiales sobre banderas rojas y verdes, lo cual fortalece la idea de que esa es la bandera de los torturadores.
«Mirad: es como que hay mítines de apoyo a Lukashenko, hay helicópteros con banderas, bicicletas. Pero la cuestión es las emociones que se asocian a estos fenómenos. La propaganda es el derecho al odio. Y, tal y como he dicho antes, cuando un lado irradia odio, el otro lado sólo tiene que irradiar amor.
El experto está seguro: la propaganda funciona hasta un cierto límite. Es como el spam: ¿por qué siguen reenviándolo? Porque funciona. Aquí ocurre lo mismo, hay personas que se dejan engañar.
«Es interesante observar que, a veces, la propaganda se desconecta de la realidad. Y entonces aparecen noticias de que en apoyo a Lukashenko salieron a la calle tres millones de personas. Yo diría que esto podría ser así si fueran tres millones de los antiguos [rublos belarusos – Nota del traductor], antes de la denominación», sonríe el analista.
Chaly está seguro de que Lukashenko actúa de forma similar a Trump, ya que sus psicotipos son similares. Aquel, presintiendo su derrota, trabaja para dividir a la sociedad, para despertar el odio y movilizar a sus partidarios.
«Hasta este famoso vuelo en helicóptero con fusiles y su hijo Kolia de uniforme está tomado del libro de reglas de Trump. Como la foto que retuiteó el presidente de esa pareja de Saint Louis».
«¿Cuál debe ser el efecto de las fotografías y el vídeo de una persona con un fusil? ¡Asustar a la gente! Y ha resultado dar pena: el presidente ha demostrado lo solo que está. Y no voy a decir nada sobre que todo Rambo salga al campo de batalla en compañía de su propio médico privado con un botiquín, eso ya es ridículo», dice el experto. «No le ayudará ningún libro de reglas de Trump: los grupos de apoyo al presidente que quedan están dispersados, no se pueden movilizar. No puede haber un cisma social. La mayoría está del otro lado.
La opinión del experto puede no coincidir con la postura de la redacción.