Los participantes de la marcha sobre la violenta dispersión, las explosiones y la «emboscada»
26 octubre 2020, 19:36 | Maya Kajnó, TUT.BY
El domingo se dispersó violentamente una manifestación en la calle Arlówskaya. Esto sucedió cuando la gente ya se estaba yendo. Las fuerzas de seguridad agarraron a los manifestantes en los patios e incluso entraron a la fuerza en los apartamentos, utilizaron medios especiales y, además, acusaron a los manifestantes de atacar el Departamento policial del distrito Tsentralny. TUT.BY ha preguntado a los participantes qué sucedió durante la marcha. Algunos participantes están dispuestos a enseñarnos sus heridas, pero tienen miedo de ir al médico: aquí tenéis por qué.
«Dio muchísimo miedo, no sabíamos hacia donde correr, temíamos que nos cayera una granada»
Las dos amigas Larysa y Anzhela fueron juntas por el recorrido desde la Estela «Minsk – ciudad héroe» hasta la dispersión en Arlówskaya. Ya estaban en la parada del transporte público, para irse a casa, cuando cayó allí una de las primeras granadas.
Todo sucedió así: los manifestantes caminaban por Arlówskaya en dirección a la Corte Suprema, el puente que cruza el Svíslach estaba bloqueado por ambos lados.
Anzhela dice que hubo un intento de detener a alguien, pero en cierto momento la multitud se abalanzó sobre a los autobuses de las fuerzas de seguridad, comenzaron a irse y los manifestantes les arrojaron varias piedras. Los minibuses circulaban por la calle hacia el Departamento policial del Distrito Tsentralny. Larysa y Anzhela no vieron a nadie arrojar piedras al edificio. Añaden que hay una gran distancia desde el cerco hasta el mismo, romper las ventanas desde la calle la calle «no sería posible».
Entonces todo se quedó en calma, la gente ya se estaba yendo. Pero aparecieron las fuerzas de seguridad y los manifestantes comenzaron a dispersarse por los patios. Larysa y Anzhela decidieron no esconderse en las entradas y se dirigieron a la parada de autobús frente al departamento de policía. Había mucha gente.
«La gente empezó a salir corriendo del patio cercano y señalaron en dirección a una de las casas, gritando que allí estaban los antidisturbios. Entonces vi que uno de los agentes de seguridad lanzó algo hacia la parada del autobús. Vi una granada volando hacia nosotros. No sé dónde cayó, pero sentí una ola de calor cerca de la pierna», dice Anzhela. «Agarré a Larisa, vi que había perdido el oído. Comenzamos a levantarnos, íbamos a huir, y luego la siguiente granada explotó cerca de nosotras. Salimos despedidas hacia atrás por la onda expansiva, simplemente nos caímos, mi termo, que llevaba en una bolsa, voló hacia la carretera. ¡Dio muchísimo miedo! No sabíamos a dónde correr, ¿y si nos caía una granada?».
La chaqueta y los pantalones de Anzhela se rasgaron por la metralla de una granada. La suela del zapato se le pegó al calcetín por el calor. De la caída al suelo le quedó un hematoma en el costado. Tiene rasguños en el cuerpo, una quemadura en la mano. Hoy Anzhela visitó a un terapeuta que le dio recomendaciones sobre cómo tratar las heridas, pero no tomó nota de nada. Le explicó que la policía acude a los médicos, exigiendo brindar los datos de quienes pidieron ayuda después de la marcha. La joven tiene miedo de que le echen «días» o una multa.
«Comenzó una gran cantidad de explosiones, no sabíamos qué estaba sucediendo. Dejé de escuchar bien, oía como a través de una pared y tenía un pitido. La coordinación de mis movimientos se vio afectada. Nos levantamos y caminamos hacia la pared y nos quedamos allí como si fueramos dianas. Los oficiales de seguridad pasaron corriendo y gritaron obscenidades diciendo que nos fuéramos, pero ¿a dónde íbamos a ir si todo estaba explotando y disparando?», dice Larysa.
Larisa consultó solo a un médico conocido, que sospecha que tiene una ligera conmoción cerebral que pronto debería pasársele. No quiere pedir ayuda oficialmente; teme que los médicos le transmitan la información a su lugar de trabajo y la despidan.
Mientras las amigas Anzhela y Larysa estaban allí, vieron cómo detenían a varios chicos. Luego fueron a otra parada y desde allí llegaron a casa.
«A la gente la llevaron hasta esa trampa en Arlówskaya»
Andréi, otro participante de la marcha, también ha compartido sus impresiones. Resulta que, cuando empezaron las explosiones, estaba cerca de Larysa y Anzhela. También perdió la audición por culpa de una granada aturdidora.
«Comenzaron los gritos, la gente se dispersó, hubo un pequeño agolpamiento en la abertura entre las casas. Recuerdo haber visto a una mujer con un impermeable amarillo a tres metros de la explosión. No tenía sangre, simplemente yacía inmóvil», recuerda Andréi.
Durante la dispersión el hombre huyó al parque junto al río Svíslach, esperó allí 30 o 40 minutos. Lo llevaron a casa unos voluntarios.
«Cuando volví a pensar en lo que estaba sucediendo, me pareció que la gente había sido atraída a esta trampa en Arlówskaya, para luego bloquear el paso y disparar granadas aturdidoras. Tres lados estaban bloqueados, dejando solo dos pasajes estrechos entre las casas. Y las fuerzas de seguridad comenzaron a bombardear Arlówskaya , y luego empezaron a perseguir a la gente por los patios».
Andrei explica: ya en la plaza de Bangalor, cuando se desplegaron los manifestantes, la única vía era la calle Arlówskaya y todas las calles adyacentes estaban bloqueadas. Cuando la gente se encontró en el puente de Arlówskaya, la carretera estaba cerrada por ambos lados: el cordón se encontraba cerca del Departamento policial del distrito Tsentralny. Es decir, la ruta de escape estaba bloqueada, pero los que estaban cerca del parque o Novavílienskaya podían huir. Cuando los manifestantes intentaron salir por el cordón cerca de la comisaría, comenzaron los disparos. La gente solo podía correr hacia los patios.
Andréi piensa que, para romper los cristales del departamento policial a tanta distancia «hay que ser campeón de lanzamiento de martillo». No escuchó en ese momento ningún ruido de cristales rotos.
«Nos rodearon para que fuéramos hacia Arlówskaya. La gente comentó que podía ser una emboscada»
Páviel caminó con la multitud desde la Estela hasta Arlówskaya. Recuerda lo que pasó en esta calle. En el puente de Arlówskaya, todos escucharon un ruido atronador, pero la gente estaba a una distancia decente de las granadas. Hubo alrededor de nueve explosiones con estallidos en el medio. La gente se alejaba gritando: «¡Andando, no corriendo!».
«Pero la gente salió corriendo hacia el parque. Estaba a unos setenta metros de las explosiones. La gente de mi alrededor tampoco resultó herida, pero, según mis amigos, una chica resultó herida por la metralla de una granada; le vendaron la herida en un portal».
Páviel recuerda que antes de las explosiones en Arlówskaya había mucha calma y no se tocaba a la gente en los accesos; no había minibuses apuntalados. Y, al final de la marcha, mucha gente no se atrevió a ir al puente.
«Es un lugar perfecto para una emboscada. La gente levantaba las manos y gritaba: «¡Estamos desarmados!». Había un cordón policial delante. No hubo conflictos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. Cuando la masa principal caminaba cerca de la estación de policía, nadie arrojó nada al edificio, la gente coreaba: «¡Mira a la ventana, no al televisor!». No puedo estar seguro, pero puedo suponer que hubo una provocación por parte de las fuerzas de seguridad. Ya lo han dicho: se supone que conocían los planes de los manifestantes, pero, de hecho, el grupo iba hacia la calle Surgánava, donde lo detuvo la barrera policial. Nos rodearon para llevarnos en dirección a Arlówskaya. La gente comentó que podía ser una emboscada».
Páviel no se escondió en los portales, le dio tiempo a huir.