Dzianís Dudzinski sobre sus días en Akréstsina, el lugar más peligroso del mundo y la Belarús ideal del futuro
18 septiembre 2020, 08:00 | Aliaksandr Charnuja, Onliner
Ya antes de las elecciones, Dzianís Dudzinski escribió un post en las redes sociales y fue retirado de la televisión y el festival «Slavianski bazar». El lunes regresó del centro de detención de la calle Akréstsina, donde pasó algo más de 10 días por participar en una protesta no autorizada. Ahora, el showman, presentador de televisión, actor y empresario está volviendo a su vida normal y habla mucho sobre cómo sucedió todo. En una entrevista con Onliner, Denis habla sobre su detención, el vídeo en STV, las relaciones con sus ex colegas, el lugar más incómodo del planeta, el turismo receptor y la Belarús ideal del futuro. Los detalles están en el video.
Estas son solo unas cuantas citas de la entrevista:
Cada vez que salía de mi apartamento a fumar al portal, cada dos minutos mi mujer me preguntaba desde arriba: «¿Estás ahí?» Le digo: «Sí, estoy aquí». O me decía: «Llámame cuando salgas del metro hacia casa y habla conmigo por el camino». Y yo le contestaba: «Katsia, para ya». Y ahora me lo recuerda: «¡Te lo dije!» Ahora me llama con mucho cuidado: «¡Comprobación, comprobación!» Me pide que tenga cuidado y que no me meta en líos. «¡Y ponte el gorro!»
Después de Akréstsina me alegró simplemente el poder abrazar a esta criatura tan adorable, tan querida y tan amada (¡me va a caer una colleja por la plabra «criatura»!), a Katsia. Nuestra relación es siempre muy cercana: llamadas constantes, vamos de la mano siempre, nos abrazamos todo el tiempo. Nuestros amigos dicen: «¿Qué son estas cursiladas?» No es que intentemos demostrar a todos nuestros sentimientos. Nuestro carácter es así y hemos coincidido.
Yo sabía que se estaba preparando algo. En unos chats secretos que no tengo derecho a nombrar, se me hizo llegar indirectamente información de que me podían caer días de cárcel. A mi pregunta sobre cuándo debía empezar a preocuparme, me dijeron: «Ya». Preguntamos a nuestros amigos si podíamos irnos un par de días a su casa de campo. Nos respondieron: «¡Por supuesto! Os esperamos a tal hora. Os subís en el coche y nos vamos». Ya salía de la oficina en la Plaza de la Victoria y captó mi atención de inmediato una persona que, en principio, no debía estar allí. Los vemos en muchas protestas y los llamamos «silenciosos». Se veía que estaba vigilando a alguien en concreto. Lo vi, llegué hasta cierto punto y me di cuenta de que algo no iba bien.
Decidí volver a la oficina, ya iba llegando a la puerta. Se me acercó ese hombre y me dijo: «Dzianís Ígaravich Dudzinskiу? Acompáñeme, por favor». Empecé a balbucear: «Es que tengo…» Y él: «Vámonos… Usted, seguramente, ya sabe quiénes somos y de dónde venimos, ¿no?» Le digo: «Sí, lo sé». «¿No va a hacer ninguna tontería?»; «No». – «Entonces, vámonos». En el vehículo me puso de rodillas, la cabeza en el suelo, sin levantarla. Así llegamos al departamento de policía.
Akréstsina… No tiene nada de bueno, nada de alegre, nada de gracioso, nada de interesante. Todo esto es una experiencia negativa, es una restricción de la libertad y violencia contra el individuo, sin importar lo bien que te traten allí. Cuando una persona se encuentra en condiciones tan extremas, su subconsciente comienza a pensar en algo que pueda hacer. El día más duro y oscuro es el primero. Te dejan solo en la celda y no tienes nada, ni siquiera un reloj, para girarlo de alguna manera al menos. Tenía un pedazo de jabón en un paquete y me aprendí todo el texto de memoria. Lo mismo hice con las toallitas húmedas. Para al menos leer algo, para fijar mi atención en algo. Te acuestas en la cama, pero no quieres dormir… Entonces encontré un tablero de ajedrez garabateado en el banco y, debajo de la mesa, unas damas hechas de pan. ¡Me alegré muchísimo! Coloqué estas damas y jugué conmigo mismo. Luego me di cuenta de que no tenía ningún interés: hice un movimiento para las blancas, me levanté, caminé alrededor de la cámara durante 20 o 30 segundos, luego volví por el lado de las negras, me senté y miré el tablero: «¡Qué movimiento tan interesante han hecho las blancas!»
Cuando estás en Akréstsina, inmediatamente recuerdas los eventos del 9 al 12 de agosto. Y tienes miedo. De verdad, tienes miedo. Pero sucedió que inmediatamente vi una imagen completamente diferente. Entiendes que la gente trabaja ahí, es una rutina para ellos. Escriben el protocolo, te dan ropa de cama, te dan comida. Además, ninguno de ellos te ve como a un criminal. Te ven como a una persona que va a estar encarcelada durante un período de tiempo. Al principio me parecía era solo conmigo, pero luego me di cuenta de que esto también se aplicaba a los demás.
¿El vídeo en el canal STV? No tuve tiempo de sopesar los pros y los contras. Ni siquiera tuve la oportunidad de tomar una decisión, porque solo tenía en la cabeza una cosa: grabar este video. La frase que he escuchado más veces durante estas dos semanas ha sido: «Dzianís, usted mismo lo tiene que entender». Y los miras a los ojos, ves su sonrisa. Lo dicen con educación y buenas formas, sin presión. Pero esta frase cuando estás en Akréstsina… «Dzianís, tendría usted que haberlo hecho así…» Y digo: «Bueno, puede ser…» Me responden: «No, esto es así. Y no porque lo pidamos nosotros». Después dicen el nombre, el apellido, y entiendes que sí, que hay que hacerlo. Había que hacerlo, en resumen.
Después de que me pronunciara sobre el cierre de la tienda Symbal.by, no me despidieron. Me retiraron de la programación durante un tiempo. A mi pregunta de cuánto tiempo duraría esta situación, me daban una respuesta que escucho también mucho últimamente: «Hasta que se calme todo». Oficialmente, mi contrato se anuló hace solo dos o tres semanas. Y entonces piensas: «Yo voy a seguir viviendo mi vida, voy a decir lo que yo quiera, a participar en lo que yo quiera. El siguiente paso, respetables empleadores, lo tenéis que dar vosotros: despedirme o dejarme trabajar».
Se suponía que yo iba a presentar el concurso «Slavianski bazar» por décimoquinta vez; mi mujer, por quinta vez. El formato de comunicación con los concursantes lo inventé yo hace unos doce años: me pareció que salir y leer un papel no era interesante. Hacía falta un espectáculo, hacía falta permitir al jurado poner las notas. Vienen concursantes de lugares desde Australia hasta Cuba, todos diferentes, hablan distintos idiomas, cada uno tiene su psicología y su cosmovisión, y tú entras en este lío internacional y políglota, ¡y te inspira tantísimo!
Intentad encontrar viajes organizados a Belarús. Poned en cualquier idioma extranjero, Tours to Belarus: os saldrán unas cuantas páginas web penosas y un par que son realmente buenas, pero todo se queda en Mir, Niásvizh, Vítsiebsk, la biblioteca… Y si pones Tours to Honduras: verás varios centenares de páginas donde viene todo: desde las montañas y volcanes hasta los océanos, los pantanos, los cocodrilos, serpientes y dragones. Gracias a dios, ahora se está moviendo la cosa: poco a poco aparecen sitios web, hay gente que hace cosas y apoyan este turismo receptor. La gente tiene que conocer Belarús. No somos Bielorrusia, somos Belarús: quisiera decírselo a todo el mundo.
Quiero pedir una cosa a los funcionarios: simplemente no molestéis. Dad a las personas una oportunidad, quitad algunos impuestos que son ridículos, dad beneficios, preferencias, cartas blancas. Que lo hagan todo las personas. Después le sacaréis partido. Dejad que la gente gane ahora un poquito de dinero. Que dé rienda suelta a su imaginación. Que pongan una cabaña de troncos a cien kilómetros de Minsk para que puedan llevar allí a algunos alemanes y polacos, mostrarles y contarles. Dicen en vano que en Belarús no tenemos nada con qué sorprender.
Si miras la lista de las diez ciudades más peligrosas del mundo, verás que la ciudad hondureña de San Pedro Sula compite constantemente con la mexicana Ciudad Juárez. Pasamos San Pedro Sula, nuestros guías, ciudadanos de Honduras, dijeron de inmediato: «Vamos a parar aquí a comprar agua. Que no salga nadie del vehículo, todos aquí». Y les digo: «¿Puedo sacarme una foto con San Pedro Sula de fondo?» Contestan: «Sí, pero no te apartes de nuestra vista».
¿Solidaridad en el mundo del espectáculo? Esta es una división, una separación. La gente se queda dentro de sus grupos. Los que renunciaron o fueron despedidos de la televisión son un grupo. Otro grupo son las personas que se quedaron y que continúan trabajando. Incluso me parece que ahora creen en lo que están diciendo en las pantallas. O piensan que, actuando en el escenario, están haciendo algo bueno e importante.
No quiero irme de Belarús. Aquí están mis familiares, amigos, conocidos. Conozco toda la geografía de Minsk, incluso me gusta nuestro clima. Tampoco quiero perderme nada de lo que sucede aquí. Aún así, este es un proceso histórico no solo para nuestro país, sino para toda Europa. Quiero verlo con mis propios ojos, sentirlo, notarlo. Por supuesto, entiendo que, quizás, algún día vendrán y me dirán que, después de todo, probablemente sería mejor irse. Entonces tendré que irme.
¿La Belarús ideal del futuro? Son las personas con las que me comunico ahora. Personas que pueden hablar en oraciones complejas. Personas que dominan el ruso, el belaruso y algún idioma extranjero. Personas que leen libros. Personas que pueden distinguir el café bueno del malo. Personas que dicen: «Disculpe», «Perdone, por favor». Personas que hacen preguntas interesantes. Personas que saben trabajar con tecnologías complejas. Personas que son belarusos. Guapos, feos, hombres, mujeres, mayores, jóvenes. Ya pensaremos en cómo dar forma a esta Belarús. Por favor, pido una pequeña extensión, que estemos un par de años de forma independiente. Con esta plastilina y unas bellotas esculpiremos nuestra Belarús nosotros mismos.