«Buscaban en casa una soldadora»

Un médico abandonó el país al enterarse de la posible causa criminal en su contra

22 noviembre 2020, 15:58 | TUT.BY
Mikita Staravoitau.
Source: Archivos privados via TUT.BY

«La hora antes de la salida en el aeropuerto fue la más difícil», comenta Mikita Staravoitau. Tiene 27 años. Trabajó cinco años como fisioterapeuta: era entrenador-masajista en el equipo nacional femenino de biatlón (trabajó con Dómrachava, Skardino), en la selección juvenil de hockey, tenía una consulta privada. Pero todo esto quedó en el pasado: para evitar una causa penal, el joven médico abandonó el país y está empezando su vida desde cero en Polonia.

«No nos pegaron, solo nos acariciaron»

Las «amistades» de Mikita con las fuerzas del orden público empezaron en la época de la campaña preelectoral.

«El 18 de junio detuvieron a Babaryka, y el 19 de junio se celebró un piquete. Yo iba en bici y vi una cadena de solidaridad. Claro que entendía lo que estaba ocurriendo. Vi una pelea: unas mujeres defendían a un joven de unos tíos vestidos de civil. Me acerqué. El chico estaba pálido. Como médico pedí que le soltaran. Lo dejaron, pero solo un rato. Vino un autobús y a nosotros dos nos metieron dentro. Nos pegaron poco: en comparación con los traumas que vi después, no nos pegaron, sino que nos acariciaron».

El médico pasó poco tiempo entre rejas. Le condenaron a una multa de 30 tasas básicas.

Entre el 9 y el 11 de agosto Mikita estuvo saliendo a la ciudad como enfermero. Se preparó incluso una venda con la cruz roja, pero no la utilizó.

«Se hablaba de que a los voluntarios vestidos con batas blancas les pegaban y les detenían a propósito. Por eso no nos identificábamos. Durante los días de guardia con el botiquín prestamos ayuda a varias personas. Lo más horrible que vi fue un chico que perdió la mano por una granada aturdidora. No fue lejos de la estación de metro Púshkinskaya, el mismo día de la muerte de Aliaksandr Taraikouski».

Taping.
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A medida que los detenidos salían de la cárcel en Okrestina, Mikita junto con otros médicos hizo unos 70 aplicaciones de taping a los siniestrados (un método de la medicina alternativa que consiste en la aplicación de cintas elásticas de colores sobre la piel o colocar un vendaje con ellas – comentario de TUT.BY).

«Después algunos de ellos vinieron a que les hiciera un masaje de rehabilitación. Y ¿sabe lo que era lo más sorprendente? Que el shock se les pasaba en un par de días y la gente encontraba fuerzas para reir. Por ejemplo, un chico con un hematoma en forma de tres gastaba bromas sobre el 3%».

«No le gustó que en el vídeo salía con un pasamontañas»

En septiembre y octubre Mikita participaba en las marchas dominicales. El 26 de octubre junto con su novia estuvo cerca del sitio por donde pasaba la columna de los manifestantes jubilados. Esa fue la última protesta que pudo presenciar Mikita en Belarús.

«Algunos participantes de la marcha cruzaron la calle no por el paso subterráneo, sino por la carretera. Yo y unas personas más nos paramos frente a los coches para detener el tráfico. La columna siguió su paso, nosotros entramos en una cafetería y seguimos por nuestro camino. Unas horas después, en una de las calles cerca del parque Gorki, se paró un autobús y de allí salieron unos hombres. Pensé que era algo casual, pero empecé a huir porque entendía que ya tenía un antecedente. Pensé que podía escapar, pero en la calle Piershamáiskaya, junto al edificio del Comité de Investigación, me cortó el paso un hombre joven, me desorienté y me di un golpe. Se me acercaron, me colocaron al suelo y me echaron gas pimienta».

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A Mikita y su novia les llevaron al Departamento policial del distrito Tsentralny. Allí les explicaron que habían sido detenidos por bloquear la carretera y les exigieron que proporcionaran las contraseñas de sus teléfonos.

«A mi novia la amenazaron con cortarle el dedo con un cortaplumas si no se la decía. En mi teléfono vieron que estaba ayudando a curar las hematomas y me lo preguntaron. Encontraron un video que me había enviado un amigo: como yo estaba junto al mismo departamento de policía y repetía: No corremos. Parad. No les gustó que en el video salía con un pasamontañas, dijeron que era un terrorista, aunque simplemente no me puedo poner una mascarilla médica sobre mi abundante barba».

Después a Mikita le llamaron a otro interrogatorio. Y entendió que le estaban investigando no sobre los hechos del 26 de octubre, sino sobre la marcha del domingo anterior.

«Vieron que yo, en el chatbotde un canal en Telegram que no se puede mencionar [en Belarús el canal de Telegram NEXTA, donde se publican las últimas noticias sobre las protestas en Belarús, está declarado como canal terrorista], había enviado un video de la marcha, simplemente la muchedumbre bajando por la calle. Me preguntaban cuánto me pagaron. El instructor estaba seguro de que estos videos están pagados».

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A la novia de Mikita fue liberada, y él fue trasladado a la prisión de la ciudad de Zhodino, y después a la cárcel que le corresponde según su domicilio, a la ciudad de Chérvien. Allí el médico cumplió los días de prisión y recibió una multa de 10 tasas básicas.

¿Por qué tuvo que huir del país?

Unos días después Mikita y su novia acudieron a la policía para recoger sus teléfonos. En la calle se encontraron al instructor, que les dijo que su causa fue enviada al Comité de Investigación.

«Iba en su coche privado. Me pareció que se asustó de que lo viéramos. Dijo que no teníamos por qué preocuparnos, que nos devolverían los teléfonos si no encontraban nada. Pero no hay que dudarlo, si quieren, algo encuentran. Hicimos las maletas, en un día compramos los billetes de autobús. Pero la noche antes de salir cerraron las fronteras y se canceló el viaje. Compramos los pasajes de avión. Cuando en el aeropuerto habíamos pasado el control de transportes llamé a mi madre, y en mi domicilio de empadronamiento ya estaba teniendo lugar un registro».

Orden de registro.
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Mikita dice que para ese momento el contenido de la causa había sido modificado:

«Que yo en mi lugar de residencia tiraba espinas a la carretera y ponía en riesgo a otras personas. En casa de mi madre estaban buscando una soldadora…»

La pareja no tuvo mucho tiempo para pensar dónde irse de Belarús. Decidieron elegir como destino Polonia: allí se podía ir en avión en aquel momento. Ahora están viviendo de sus ahorros, pero ya están pensando en buscar un trabajo. Mikita quiere trabajar en lo suyo y está ahora solucionando las cuestiones jurídicas.

«Es una lástima, pero es poco probable que pueda trabajar en el sector del deporte, con las selecciones nacionales, esto está relacionado con los viajes al extranjero, y, por ejemplo, a Rusia, dada la situación, no puedo entrar».

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Les ayudan a superar la situación los belarusos solidarios: una agente inmobiliaria belarusa les buscó gratis una vivienda, el Centro de solidaridad con Belarús les ayuda a formalizar sus papeles, otros belarusos en las redes sociales hicieron publicidad de Mikita como un buen fisioterapeuta.

«Unos empresarios de aquí de origen belaruso me ofrecieron un local para el despacho donde pueda hacer los masajes. Y ¿cuál fue el apoyo de mi anterior puesto de trabajo? En la selección nacional de levantamiento de pesos me pidieron que escribiera una solicitud de despido por mutuo acuerdo. Aunque necesitaba apoyo cuando empezó todo esto… Entendí una cosa: sigue habiendo gente a la que no le importa nada y está dispuesta a hacerse el sueco ante lo que está ocurriendo para garantizarse el sueldo».