«Me da vergüenza que haya gente así en mi profesión»

Un policía de Baranovichi sobre las protestas y las acciones de sus compañeros

27 agosto 2020, 16:06 | Intex-Press
Foto: Svaboda.org

Uno de los trabajadores de la policía ha hablado anónimamente con Intex-press de los preparativos para dispersar las protestas masivas, cuál era verdaderamente la disposición, lo que está pasando ahora en el colectivo y por qué ha decidido tomar parte en esta conversación.

El hombre señala que ha decidido dar esta entrevista porque no quiere que la gente mida a todos los policías por el mismo rasero: «En cualquier estructura hay personas buenas y malas».


«Hicieron todo lo posible para que supiéramos lo que nos esperaba»

El último mes antes de las elecciones teníamos entrenamientos una vez a la semana. Salíamos al campo con todo el equipo y dábamos lecciones magistrales con el OMON (policía antidisturbios) de Brest o con las tropas internas.

Esto era inusual para nosotros. Las clases eran casi prácticas bélicas. Quizás incluso peores. A nuestro alrededor quemaban neumáticos, lanzaban granadas aturdidoras, nos envenenaban con gas. Es decir, hacían todo lo posible para que supiéramos lo que nos esperaba en las calles de la ciudad.

También se llevó a cabo un trabajo propagandístico enorme. Creo que solo podría haber resistido el engaño una persona con una psicología muy fuerte.

«Después de los mensajes sobre Pinsk, esperábamos cualquier cosa»

Todo empezó cuando se anunciaron los resultados de la votación.

Muchos oficiales que estaban de guardia en los colegios electorales hablaron de la votación anticipada, a la que obligaron a asistir a funcionarios y militares. Viendo todo esto y el estado de ánimo de la gente, sabía que Lukashenko no podía ganar las elecciones en esta situación. Pero cuando vi las altísimas cifras de Lukashenko comprendí que la gente esta vez no iba a «tragárselo» y que habría consecuencias. Estas consecuencias, precisamente, las vimos después de las elecciones.

Antes de la tarde del 9 de agosto en muchas regiones empezaron a salir a las calles; nos dijeron que los ciudadanos de Pinsk habían asaltado el departamento de asuntos internos y que habían hospitalizado a siete policías.

Por eso, ya nos esperábamos cualquier cosa de la sociedad. Pensamos que, si en Pinsk estaba pasando eso, en Baranovichi sería todavía peor.

«Llamaron al trabajo incluso a los que libraban»

La noche del 9 de agosto, nos hicieron quedarnos en el departamento a todos los que trabajamos ese día. Incluso llamaron a los que tenían el día libre o vacaciones. No dejaron salir a nadie. Nos sentamos en el salón de actos y estuvimos esperando una orden de la dirección.

Después de un tiempo, nos enviaron a la ciudad para mantener el orden público y nombraron a las personas que irían allí. Algunos fueron a la plaza, otros fueron a la reserva y otros tantos se sentaron en el departamento con el uniforme completo a esperar la ayuda de otros centros regionales, porque no teníamos fuerzas suficientes en caso de colisión con una multitud.

El trabajo en la reserva consistía en dar a conocer y advertir sobre los delitos de las personas que fueran detenidas en la plaza para luego liberarlas. Es decir, inicialmente no se habló de escribir protocolos para eventos masivos no autorizados.

«Pensábamos que estaríamos un rato allí, que la gente gritaría un poco y se dispersaría»

En la propia plaza había con escudos chicos tanto de los nuestros como de otras ciudades, así como reclutas de Baranovichi, Ivatsevichi y Brest.

En la plaza, estuvimos observando a la gente en silencio. Todos sabíamos perfectamente que en la multitud había personas con la intención de provocarnos a usar la fuerza, pero también había ciudadanos pacíficos que salieron a expresar su opinión.

Ninguno de los agentes que salieron a la plaza pensaba que habría detenciones. Pensábamos que estaríamos un rato allí, que la gente gritaría un poco y se dispersaría. Sin embargo, cuando nos llegó volando un adoquín, nos dimos cuenta de que no podríamos hablar con la gente.

Yo personalmente no quería ni perseguir ni detener a nadie. Y ninguno de los chicos que estaba conmigo quería hacerlo. Muchos tenían allí a sus conocidos, amigos y parientes.

Las palizas que se dieron a la gente nos provocaron y nos provocan rechazo. Una paliza es un crimen por el que el responsable debe ser castigado adecuadamente.

«Parecía que lo que estaba pasando fuera un sueño»

No sé quién dio la orden de empezar a detener a la gente. Al menos, yo no la oí.

Cuando empezamos a presionar a la multitud, en cierto momento los militares salieron corriendo y empezaron a detener a los manifestantes.

Muchos de nosotros no sabíamos qué hacer, estábamos en shock. Miré a mis compañeros y vi la confusión en sus caras. Parecía que lo que estaba pasando fuera un sueño, que estas cosas no pueden pasar en nuestro país. Como cuando a veces ves la televisión y piensas: «No, hombre, esto aquí no puede pasar». Y cuando lo ves con tus propios ojos, cuando te pasa a ti, la situación es totalmente distinta.

Nosotros también empezamos a detener gente. Entre los policías hubo algunos que corrían hacia los ciudadanos y les gritaban que huyeran. Hubo otros incluso que no se llevaron a nadie detenido.

Muchos de nosotros estábamos preocupados por las detenciones. Yo no quiero hablar mal de los trabajadores del Ministerio del Interior, pero algunos de los que estaban allí merecían ser detenidos aunque sea solo por intentar provocar a los ciudadanos pacíficos a un enfrentamiento violento. Porque nosotros vimos a los ciudadanos pacíficos que no tenían ninguna intención de atacar a la policía: iban desarmados y salieron solo para expresar su punto de vista. También fue fácil reconocer a los provocadores.

«En el trabajo no hablamos del tema»

Después del 9 de agosto muchos pensaron en dimitir, ya que sabían que lo que se estaba haciendo no estaba bien. Por otro lado, quieren seguir sirviendo porque les gusta su profesión: la eligieron conscientemente.

Después de estas protestas, la policía se ha dividido en dos bandos: los que piensan que está mal actuar así, y los que están seguros de que todo se hizo como debía ser. Por eso intentamos no hablar del tema en el trabajo, para que no haya discusiones y peleas.

Ahora se está presionando mucho a la gente de uniforme y a sus familias. Yo creo que eso no es sensato. El que ha cometido crímenes debe responder por ellos personalmente, no sus familias y seres queridos. Además, quiero repetir que no se puede medir a todos por el mismo rasero.

Quisiera pedir perdón a todas las personas que, de un modo u otro, hayan sufrido a manos de las fuerzas de seguridad. Disculparme por todo el dolor que han sufrido. Me da vergüenza que haya gente así en nuestra profesión, que era tan respetada y apreciada. Creo firmemente que deben responder ante la ley.

No quiero que el pueblo piense que todos los trabajadores de la policía son monstruos. Espero que, después de mis palabras, la reputación de la policía mejore.