Cómo y por qué las autoridades ocultaron la verdad sobre la central nuclear de Chernobyl
26 abril 2021, 08:00 | Adaria Gushtyn, TUT.BY
En febrero de 1986 Mijaíl Gorbachov anunció la política de la Glasnost. Dos meses después, hubo una explosión en la central nuclear de Chernobyl. Pero las autoridades soviéticas no tenían prisa por informar a la población. Los suecos fueron los primeros en empezar a dar señales de alarma. Hemos examinado las minutas desclasificadas del Politburó para ver cómo se ocultaba la verdad a la gente. Y le hemos preguntado a un sociólogo por qué las autoridades actuaron siguiendo estas pautas y si es posible ocultar información de ese calibre a la gente hoy.
Los suecos fueron los primeros en empezar a dar señales de alarma
Los empleados de la planta de energía nuclear sueca Forsmark notaron que su sistema de seguridad había comenzado a dar señales de contaminación radiactiva. Resultó que la contaminación no estaba relacionada con el funcionamiento de la central, por eso, en base a la dirección del viento, se hizo una suposición sobre un accidente en la central nuclear de Chernobyl. Sus intentos de conocer la situación a través de canales diplomáticos no sirvieron para nada. Solo después de que los suecos amenazaran con presentar una solicitud oficial al OIEA, la URSS se vio obligada a informar del accidente. El 10 de mayo los miembros del Politburó denegaron al Ministro Sueco de Energía y Protección Ambiental una solicitud para visitar la URSS. Su propósito era el intercambio de información sobre la seguridad de la energía nuclear.
El primer anuncio oficial breve del estado de emergencia fue transmitido por TASS el 28 de abril y se repitió en el programa «Vremya» [Tiempo]. Pero incluso el 7 de mayo, cuando se publica un artículo sobre Chernobyl en «Pravda» [Verdad] (su circulación superaba los 10 millones de ejemplares), la información sobre la tragedia no se pone en la portada del periódico. Con la nota «urgente» los periodistas informan sobre «un atentado de la CIA contra el pueblo de Nicaragua», «un nuevo crimen bárbaro de la contrarrevolución afgana contra civiles» y de que «un avión de combate estadounidense dejó caer un misil de instrucción en una vivienda en una ciudad belga». El periódico no tiene una foto de la central nuclear de Chernobyl, pero se informa de que por el accidente en la estación murieron dos personas, más de un centenar sufrieron daños por radiación y 204 personas fueron hospitalizadas con síndrome radiactivo. Nadie da instrucciones claras sobre lo que hay que hacer y cómo puede protegerse la gente. Para entonces, ya se habían celebrado manifestaciones del Primero de Mayo con participación de muchos miles de personas en todo el país. No sólo no se habían cancelado los actos solemnes, sino que los colectivos enteros de fábricas e instituciones educativas habían acudido ellos.
«Sovetskaya Belorussiya» [Bielorrusia soviética] reimprime el mismo mensaje que «Pravda» de una rueda de prensa en el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde el Viceministro Anatoli Kovaliov informa sobre la situación:
«Claro, lo que ha pasado en Chernobyl es un desastre. Pero las lecciones se aprenden no solo de los logros, sino también de las tragedias. No somos los primeros afectados por un accidente de una central nuclear. Hubo casos similares en otros países. Lo que sucedió una vez más muestra la precaución que se debe tener en el manejo de la energía nuclear».
En una reunión en Tokio, los líderes de siete países desarrollados reprocharon a la URSS que no proporcionara información sobre la explosión en la central nuclear de Chernobyl. Kovaliov discrepa de inmediato, diciendo que «no puede aceptar estos reproches»:
«Tan pronto como obtuvimos datos confiables, se informó de ellos de inmediato. Al examinar los hechos en el terreno, teniendo en cuenta el estado real de las cosas, informamos de la situación y continuamos informando casi todos los días. Cuando ocurrió el accidente de 1979 en los EE. UU. (el accidente en la central nuclear de Three Mile Island – TUT.BY), la parte estadounidense no se percató de inmediato de las razones de lo ocurrido y proporcionó la información al Senado de EE. UU. en un plazo de 10 días, y al OIEA casi dos meses después».
Según los funcionarios soviéticos, de sus acciones se desprende claramente que la Guerra Fría continúa. Es mucho más importante reprochar a los «malvados» occidentales que proporcionar información veraz a sus ciudadanos.
«En esos días uno podría volver a estar convencido del carácter subversivo de las actividades de algunas cadenas occidentales – dice el Vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS, Boris Shcherbina – Los propagandistas occidentales en su deseo de difamar a la Unión Soviética ignoraron groseramente los hechos denunciados por la parte soviética y difundieron información inventada».
Mikjaíl Gorbachov pronunció un discurso solo el 14 de mayo.
El pánico va creciendo cada día
Del mismo modo informa a la gente la prensa regional. Por ejemplo, el periódico «Prypiatskaya Prauda» [La Verdad de Prypiat] que se publica en Naroulia, una zona que fue muy afectada por el accidente de Chernobyl, escribió a principios de mayo de 1986 que los imperialistas habían desatado la histeria en torno a la tragedia:
«Los rápidos cambios en la esfera de ciencia y tecnología no solo nos traen logros, sino que también causan daños materiales y pérdidas de vidas humanas. No hay excepciones en ninguna rama de la actividad humana. El hombre tiene que pagar por el progreso. La exploración espacial se cobra víctimas, podemos recordar el 25º lanzamiento de la nave cósmica estadounidense cuyo estado, aparentemente, había sido comprobado y revisado».
Y luegó la Dirección de Protección de Salud del Comité Ejecutivo de la provincia de Homel informa en el diario «Prypiatskaya Prauda» de que el nivel de radiación existente no perjudica la salud y no es un obstáculo para trabajar. Al mismo tiempo, los funcionarios recomiendan beber más, tomar vitamina C, no ir al al campo sin necesidad y limitar la estancia en áreas abiertas para niños y mujeres embarazadas. No beber leche de granjas privadas, entregar toda la leche a los centros de recepción de las plantas de lechería. El comentario señala que la situación está mejorando, que no es necesario tomar ningún medicamento, mientras que se indica que algunos residentes se han ido a Minsk e incluso a Moscú sin permiso, pese a que había que pasar los exámenes médicos en el lugar de residencia.
El siguiente número tiene un mensaje del Médico en Jefe de la región de Naroulia. Asegura que el nivel de radiación ha vuelto a la normalidad, aunque, cuando salen de casa, a los ciudadanos se les aconseja llevar algo que proteja la cabeza, ropa de manga larga; antes de entrar en casa, hay que sacudir la ropa y dejarla en el pasillo, lavar minuciosamente las manos y la cara antes de comer, ducharse o ir a la bania rusa cada día, hacer limpieza en húmedo en casa todos los días, no abrir las ventanillas, no consumir leche y carne de sus granja, no comer vegetales del campo abierto, pasar a comer alimentos enlatados y no beber agua de los pozos.
Alla Yaroshinskaya en 1986 era periodista; la distancia entre su ciudad natal, Zhitomir, y Chernobyl es de unos 200 km. Desde los primeros días monitoreó la situación con la explosión, luego se hizó diputada, y gracias a ella, las minutas clasificadas del grupo operativo del Politburó del Comité Central del PCUS, que se ocupaba de la eliminación de las consecuencias de la tragedia, ya están disponibles.
En el libro «Chernobyl: Alto secreto» Yaroshinskaya escribe que, a pesar de que los medios soviéticos no difundieron ningún informe oficial sobre la explosión en la central nuclear de Chernobyl, el pánico crecía todos los días en las ciudades de Kiev, Zhitomir y Chernigov, cercanas a Chernobyl.
«Nadie sabía qué había sucedido exactamente, se estaban extendiendo los rumores más increíbles. El yodo desapareció de las farmacias. Muchos, creyendo que era posible protegerse de la radiación con la ayuda del yodo, lo bebieron en su forma pura, quemándose la laringe y los intestinos. La medicina oficial guardaba silencio. Al final, diez días después, el Ministro de Salud de la República Socialista Soviética de Ucrania hizo unas valiosas recomendaciones: cerrar las ventanas y limpiarse los zapatos minuciosamente con un trapo húmedo al entrar en casa. Hacer limpieza en húmedo del piso. Esa era toda su prevención contra la radiación. Este discurso lamentable creó aún más pánico».
De la explosión del cuarto bloque de la central nuclear de Chernobyl en la Unión Soviética y el aumento del fondo de radiación los ciudadanos soviéticos se enteraron por primera vez a través de de las cadenas extranjeras.
«Llegaba la fiesta de primavera del 1 de mayo y probablemente nadie quería creer que algo terrible e irreparable hubiera sucedido realmente – recuerda Alla Yaroshinskaya en su libro – El 1 de mayo en Zhitomir, Kiev, Chernigov y otras ciudades y pueblos de la Unión Soviética, millones de personas asistieron a la manifestación festiva. Hacía mucho calor. Hacía demasiado calor. Los niños vestidos con trajes nacionales, inhalando desechos radiactivos, bailaban deleitando los ojos de los jefes comunistas, que saludaban a los manifestantes desde una tribuna alta. Las personas que sabían la verdad intentaron irse lejos de casa, había enormes colas en las estaciones».
También se celebraron manifestaciones el 1 de mayo en las ciudades belarusas. Los medios de comunicación centrales y provinciales publicaron alegres informes al respecto.
Los austriacos se negaron a trabajar, se estaba preparando la evacuación
La primera reunión del grupo operativo del Politburó sobre la eliminación de las consecuencias de la explosión en la central nuclear de Chernobyl tuvo lugar el 29 de abril de 1986. El grupo se estuvo reuniendo a diario hasta mediados de mayo. A partir del 4 de mayo, el grupo operativo recibe un flujo de mensajes sobre las hospitalizaciones: el 4 de mayo fueron hospitalizadas 1.882 personas; el 5 de mayo, 2.757; el 6 de mayo, 3.535; el 7 de mayo, 4.301.
El 8 de mayo de 1986 el Ministerio de Salud aprobó nuevas normas para los niveles permisibles de exposición de la población a las radiaciones que superaban en 10 veces a los anteriores; en casos especiales se permitió un aumento de 50 veces. Así, miles de personas fueron «curadas» el 8 de mayo sin tratamiento ni medicamentos.
El grupo operativo del Politburó trabajó a puerta cerrada. Tres años después, en 1989, se adoptó una resolución en una reunión conjunta de tres comités del Soviet Supremo de la URSS que decía que «durante los dos primeros años posteriores al accidente, la información médica y dosimétrica generalizada era confidencial».
En las minutas secretas del grupo operativo leemos: «Aceptar la propuesta del Ministerio de Salud de la URSS sobre la conveniencia de publicar datos sobre el número y el estado de los pacientes tratados en el 6º hospital de Moscú, teniendo en cuenta el hecho de que hay especialistas estadounidenses trabajando en este hospital». Así que, en algunos casos, pese a todo se filtró información veraz. Pero la entrada de especialistas occidentales, a pesar de las ofertas de ayuda, casi no se permitió en la URSS.
Así, las autoridades soviéticas rechazaron la ayuda de un grupo británico de oncólogos. Francia ofreció suministrar un vagón de ferrocarril diseñado para realizar mediciones en masa de la radiactividad del cuerpo, en particular para el cesio-137, pero tampoco fue aceptado. El Ministro de Salud, Sergey Burenkov, informó al Presidente del Consejo de Ministros que «la propuesta es de indudable interés, pero no se puede descartar que el coche pueda ser provisto de equipos ocultos para recoger datos sobre los niveles de contaminación de territorios con radionucleidos, equipos para grabar conversaciones y otros dispositivos técnicos de inteligencia».
Mientras tanto, los trabajadores y especialistas austriacos involucrados en la construcción de una planta metalúrgica en la provincia de Hómel se negaron a trabajar en mayo de 1986. En una reunión del grupo de trabajo del Politburó, se señaló que se estaba preparando su evacuación a su país.
Cómo se usaron la carne y la leche contaminada
El 1 de agosto entró en vigor en toda la URSS una normativa para el nivel permisible de sustancias radiactivas en la leche. Sin embargo, en unas regiones de algunas provincias de la BSSR, una parte de la leche recibida todavía contiene sustancias radiactivas del nivel anterior, no se ha estabilizado al nivel de la norma introducida. Las autoridades locales han informado a Moscú que eso complica el suministro de leche sin ininterrumpir a la población de estas regiones.
«Se permite aplazar la introducción de la nueva normativa hasta el 1 de noviembre de 1986. Estos productos no deben exportarse», decide el grupo de trabajo del Politburó.
Un ex empleado de la granja subsidiaria del Comité Central del PCUS, que se convirtió en asesor en radiobiología después del accidente de Chernobyl, A. Povalyaev, contó cómo se usaban la carne y la leche contaminadas en ese momento:
«La carne de los animales que fueron matados en Chernobyl no era apta para el consumo, su contenido de cesio-137 era 4 o 5 veces más alto que los estándares de esa época. La metimos en frigoríficos. Y comenzamos a venderla a plantas procesadoras de carne en porciones dando instrucciones: agregar un 20% de la carne “sucia” a la carne “limpia” hasta obtener una concentración aceptable. Esa carne se distribuyó por toda la Unión Soviética, excepto Moscú y Leningrado. La leche era una fuente bastante peligrosa de exposición. Pero hicimos lo que pudimos. Durante el primer año, ahorramos unos ocho millones de rublos: no tiramos la leche, sino que la procesamos en mantequilla, requesón. El requesón en cuatro meses deja de ser radiactivo, la mantequilla está prácticamente limpia».
«Las autoridades de Moscú no quieren creerse lo que ha pasado»
Sin embargo, la gente sencilla seguramente no sabía toda la verdad. La primera reunión del grupo de trabajo del Politburó fue presidida por el propio Gorbachov. Su objetivo era decidir qué información sobre la tragedia dar a conocer al mundo. En las minutas de la reunión se señala: Gorbachov: «Cuanto más honestos seamos, mejor». Pero, después de un párrafo, dice: «Cuando demos la información, hay que decir que la planta se encontraba en reparación programada, para no poner en entredicho nuestras tecnologías».
El Presidente del Consejo de Ministros, Nikolay Ryzhkov propuso: Lo mejor es dar tres paquetes de información: una para nuestra gente, otra para los países socialistas, y otra más para Estados Unidos, Canadá y Europa. Y los miembros del Politburó lo apoyaron.
No se permitió que la prensa asistiera a las reuniones del grupo de trabajo. En cada reunión, decidieron cuánta información podían dar a la prensa y la televisión. Se coordinó cada publicación importante sobre el tema del accidente de Chernobyl. El 1 de mayo, los miembros del Politburó decidieron enviar un grupo de corresponsales soviéticos a las áreas cercanas a la central nuclear de Chernobyl con el fin de preparar materiales para la prensa y la televisión que «confirmaran la vida normal de estas áreas». Se suponía que los periodistas escribirían, en primer lugar, sobre cómo las autoridades ayudaban a resolver el problema y cómo los ciudadanos soviéticos estaban involucrados en la eliminación de las consecuencias. El activo del partido, según ordenó Moscú, debía trabajar con la población «para desmentir la propaganda burguesa, varios tipos de rumores».
El 8 de julio el corresponsal fijo del diario «Izvestia» Nikolay Matukovsky envía un mensaje a Moscú:
«Este telegrama debe verlo solo el editor en jefe. Esta copia ha de ser destruida. Información. Para su información, cabe señalar que la situación de la radiación en Bielorrusia se ha vuelto mucho más complicada. En muchas áreas de la provincia de Mahiliou se ha detectado contaminación radiactiva cuyo nivel es mucho más alto que el de las áreas sobre las que escribimos. Según todos los cánones médicos, las personas que viven en estas áreas están en gran riesgo. Tengo la impresión de que nuestros camaradas están confundidos y no saben qué hacer, sobre todo porque las autoridades pertinentes de Moscú no quieren creer lo que pasó. Les informo sobre esto por télex, porque todas las conversaciones telefónicas sobre este tema están estrictamente prohibidas aquí».
El editor en jefe entregó el telegrama al grupo operativo del Politburó, se decidió verificar la situación de la radiación en las áreas mencionadas en el mensaje. Pronto se recomendó considerar la evacuación de la población de las localidades de la provincia de Mahiliou (más de 4 mil personas).
Un hecho interesante: la mayoría de los premios por liquidar el accidente en la central nuclear de Chernobyl y eliminar sus consecuencias los recibieron los funcionarios, miembros del gobierno de Rusia, Ucrania y Belarús. Fueron más de 1.400 premios. Datos para comparar: los representantes del Ministerio de Energía Atómica, 300; los del Ministerio de Salud, 400; los del Ministerio de Asuntos Interiores, 500.
Por qué el gobierno soviético ocultó la verdad
El sociólogo Gennady Korshunov explica que de hecho el régimen soviético no se centraba en los derechos humanos, las grandes tragedias se justificaban con grandes objetivos.
«En la ideología soviética, la mayoría absoluta se anteponía a todo, los intereses del colectivo, del país, estaban por encima de los intereses del individuo, dice el interlocutor. A las autoridades no les interesaba el estado de una persona desde el punto de vista humanista. Se hicieron grandes sacrificios para logar grandes objetivos, como el desarrollo de la energía nuclear. Además, las autoridades soviéticas, sobre todo durante la Guerra Fría, se caracterizan por el deseo de ocultar cualquier información, y aún más aquella que ponga en entredicho los logros del país. Si es posible omitir algo, las autoridades soviéticas lo harán. Y solo dirán lo que crean conveniente. Los medios de comunicación y la propaganda no decían lo que realmente estaba sucediendo, sino lo que debía suceder, según la ideología soviética. Además, la ocultación de información puede explicarse por una confusión banal; en cualquier caso, es una catástrofe tecnológica muy grande y creo que la cuestión habría sido cómo evitar el pánico».
«Parece lógico decirle a la población la verdad para que la gente se comporte correctamente, entonces las consecuencias para su vida y salud serán menores. ¿Por qué las autoridades soviéticas no lo pensaron así?», le preguntamos al sociólogo.
«Usted parte de que las personas tienen derecho a la información y deciden por sí mismas qué hacer. Pero esto no encaja en el paradigma del régimen soviético – explica Gennady Korshunov – La gente no puede decidir por sí misma, el gobierno decide por ella qué hacer. Por eso, la información proporcionada sobre la situación de la central nuclear se dividió en tres bloques: para la población de la URSS, para los países del campo socialista, y para Occidente. Ni siquiera era información, sino propaganda y excusas forzadas».
Según el experto, hoy en día es imposible ocultar este tipo de información.
«Vivimos en un mundo de información horizontal donde las noticias se difunden casi al instante desde cientos o incluso miles de fuentes. En la época soviética había una estructura jerárquica, que tenía un centro que decidía quién sabía qué, quién hacía qué. La sociedad estaba a nivel de base y no tenía derecho a decidir nada. Pero, incluso en 1986, hubo personas que sabían la verdad sobre el accidente y pasaron información a través de sus canales, sobre todo a sus familiares, para poder salvarlos. Entonces no había Internet, la información llegaba muy lentamente. Ahora parece imposible ocultar tales hechos y la información se filtra de todos modos, y socava seriamente la confianza entre el estado y la sociedad. Las autoridades ya no poseen este monopolio soviético de la información».