Historia de la emigración forzada de uno de los organizadores de la huelga en «Belaruskali»
2 octubre 2020, 13:30 | Alena Litvinava, Radio Svaboda
La fuga de uno de los organizadores del comité de huelga de «Belaruskali», el ingeniero de minas Dzmitry Kudzialiévich de un interrogatorio en el KGB en la ciudad de Saligorsk se parece a una novela policíaca. Y tuvo éxito, le dio tiempo a cruzar la frontera de Belarús. Primero se fue a Ucrania, y desde allí se trasladó a Polonia.
En su conversación con «Svaboda», Dzmitry Kudzialiévich nos cuenta cómo fue y qué está haciendo ahora.
Me tendieron una trampa y me llevaron al KGB
Dzmitry Kudzialiévich fue detenido el 20 de agosto, cayó en una trampa: le invitaron a una reunión con fingidos compañeros de lucha para hablar sobre los detalles de la organización de la huelga. Cuando acudió al encuentro, rodearon su coche, lo sacaron, lo metieron en una furgoneta y lo llevaron a la Dirección del KGB en Saligorsk. Allí en una pausa en el interrogatorio cuando junto a él había solo un empleado del KGB, pidió ir al lavabo, y de allí se escapó por la ventanilla.
Le sirvió de ayuda que durante la detención dejó en su coche las llaves. Así pudo huir con su coche hacia el punto de salida más próximo de la frontera belarusa.
Sobre qué le preguntaron en el KGB
«Los agentes del KGB estaban interesados en la procedencia del dinero para la huelga, fue lo primero que me preguntaron. Y también querían obtener la lista de los que apoyaron la huelga y firmaron la petición (anular los resultados de las elecciones, parar la violencia y celebrar nuevas elecciones limpias)».
Durante el interrogatorio fue amenazado con responsabilidad penal pero no le torturaron.
«Cuando pude escapar, volví a donde estaba mi coche, me fui de Saligorsk y me escondí en la iglesia de un pueblo. Había estado allí hacía poco y fue lo primero que se me ocurrió, esconderme ahí. Estuve reflexionando como media hora y entendí que allí también me podían atrapar, era cuestión de tiempo. No sabía qué planes tenía el KGB respecto a mí, pero entendía que no podía esperar piedad», dice Dzmitry.
«Nada de heroísmo, simplemente intentaba salvarme»
Dzmitry Kudzialiévich nos cuenta que no tuvo tiempo de reflexionar sobre sus posibilidades de fuga.
«No hay nada heroico en mi fuga desde el edificio del KGB, incluso a través de una ventanilla. Ni nada romántico. Surgió la posibilidad y la aproveché. Entendía que no tendría otra oportunidad. Me era indiferente cómo huir. Sobre todo viendo lo que ocurría alrededor.
Toda mi vida me he interesado por la política y conozco todos los crímenes de las autoridades. Claro está, no me pongo al mismo nivel de los políticos desaparecidos, ni con Zajárenka y Ganchar, ni con el empresario Krasowski, pero sabía que, si me quedaba allí, en el KGB, lo que me podría pasar no sería poco».
«Me gusta Ucrania, pero no me sentía seguro allí»
La frontera con Ucrania era para Dzmitry Kudzialiévich la única oportunidad de irse de Belarús, porque las fronteras con otros países estaban cerradas por el coronavirus.
«En la frontera belarusa no había un control muy riguroso, ni se habían fijado en mi persona. Pienso que en aquel momento debido a que todavía no tenía un estatus oficial [en un proceso penal o administrativo, comentario de Svaboda], no me proclamaron en búsqueda y captura. Además, los agentes del KGB pensarían que seguía todavía en la ciudad».
Dzmitry conoce a mucha gente en Ucrania. Le gusta el esquí de montaña y varias veces había estado en la estación de montaña ucraniana «Bukavel». Este febrero durante su viaje a Kiev había grabado un video a sus amigos en las redes sociales desde el Maidán Nezaliézhnastsi [Plaza de la Independencia – comentario de la traductora] sobre los acontecimientos de 2013 y 2014.
Sin embargo, Dzmitry confesó que, a pesar de su buena relación con los ucranianos y amor a Ucrania como estado, después de su fuga de Belarús no estaba seguro de que encontrarse en el territorio de Ucrania garantizara su seguridad:
«He pasado mucho tiempo en Ucrania, además de trabajar en «Belaruskali» soy empresario y llevaba a grupos turísticos a Bukavel, en Ucrania. Fui testigo presencial de ambas revoluciones en el país.
Apenas entré a Ucrania, llamé a mis amigos, uno de ellos me invitó a ir a Kiev. Ya ahí comuniqué a mi esposa y mis amigos que estaba sano y salvo, y después me dirigí al Consulado de Polonia, porque pensaba que no era seguro para mí quedarme en Ucrania debido a las fronteras abiertas con Belarús y Rusia».
Recibí ayuda en Ucrania y en Polonia
Dzmitry Kudzialiévich dice que en Ucrania le había ayudado la fundación BySol dirigida por Andréi Stryzhak, tanto en cuestiones jurídicas como con sus problemas económicos:
«Me ayudaron en todo, tanto con el dinero como con la vivienda. Nadie se portó de forma indiferente conmigo».
Después de unos días, Dzmitry recibió un visado humanitario en el Consulado de Polonia en Kiev. En cuanto llegó al país le enviaron tres semanas a un balneario local donde, según un acuerdo con las autoridades polacas, pasan una rehabilitación y tratamiento médico muchos belarusos que en los primeros días de las protestas habían sufrido las torturas de los agentes de seguridad y represalias de la policía:
«Había mucha gente con traumas físicos. Compartía habitación con un chaval con un balazo en el pecho, en la habitación vecina vivía un joven con el talón destrozado por una granada aturdidora. Había mucha gente con traumas físicos y psicológicos. De ellos se ocupa la organización «Casa Belarusa» en Varsovia».
En breve, Dzmitry Kudzialiévich piensa dirigirse a las autoridades polacas para recibir asilo político.
Ya me han despedido de «Belaruskali»
Dzmitry Kudzialiévich contacta cada día con sus compañeros de lucha en el comité de huelga de «Belaruskali».
«Me han despedido y me enviaron una notificación a mi domicilio, pero sigo en contacto con mis compañeros de trabajo y de lucha. Están persiguiendo a los activistas, les detienen. Ahora el presidente del comité de huelga, Anatol Bokun, también está arrestado».
Según Kudzialiévich, sus compañeros de lucha mantienen sus postulados y objetos, pero en general, dentro de toda la corporación «Belaruskali» la situación no es tán inequívoca:
«En las empresas de „Belaruskali“ trabajan cerca de 20 mil vecinos de Saligorsk. Además de que la gerencia está desarrollando una lucha ideológica activa, también utiliza la presión administrativa, desaforando a los empleados, amenazando con despedirlos del trabajo. La gente está intimidada, aunque hay quien utiliza los métodos de la «huelga italiana».
Dzmitry dice que los trabajadores pueden influir sobre el régimen de funcionamiento de la compañía sin violar el reglamento laboral:
«Existe un modo de actuación determinado, y es lo que hicimos al inicio de la huelga con el objetivo de parar la producción paulatinamente. Esto permite evitar una catástrofe tecnológica en la empresa. Pero hay que seguir un orden, tanto en la mina, bajo la tierra, como arriba. Pero nos faltan recursos humanos, porque las «autoridades» no se quedan sin hacer nada».
Tal como nos confiesa Dzmitry, durante su estancia en Ucrania y ahora, en Polonia, continúa trabajando y ayudando a sus compañeros de lucha del comité de huelga.
A su esposa la llamaron al KGB
La familia de Dzmitry Kudzialiévich, su esposa e hijos, todavía siguen en Saligorsk. Les echa de menos y está preocupado por su seguridad:
«El 25 de septiembre mi hija cumplió 9 años, y mi hijo en octubre cumple 17. Les echo de menos y estoy preocupado por ellos. Tras mi fuga, a mi esposa la llamaron al KGB; ahora, nada. Aunque eso no me deja estar tranquilo».
«Todavía no entiendo cómo podría instalarme en Polonia. Necesitamos estar seguros mi esposa y yo, y los niños tienen que estudiar. Estoy preocupado por el futuro de mi familia. Estoy pendiente de la situación y al corriente de todo. En el caso del menor riesgo a su seguridad haré todo para que se unan a mí. Sin importar las condiciones de vida».