Las condiciones en el centro de prisión preventiva de Zhodzina y la calle Akrestina han empeorado

Hemos hablado con quienes han salido hace poco

8 abril 2021, 11:03 | TUT.BY
La imagen tiene un carácter ilustrativo.
Source: Reuters

Los últimos días se ha dado a conocer el deterioro de las condiciones en el centro de aislamiento de detenidos de la capital en la calle Akrestina y en el centro de prisión preventiva de Zhodzina. Hemos hablado con personas que han salido hace poco en libertad.

En sus informes, los familiares y amigos de algunos liberados de los centros de detención en la calle Akrestina y Zhodzina hablan de maltratos y golpizas masivas. Asimismo, los voluntarios informan de que el miércoles 7 de abril dejaron de aceptar en los envíos a los arrestados en Zhodzina salchichas, carne, quesos, libros, crucigramas, así como lápices, bolígrafos, rotuladores, cuadernos, libretas y sobres.

Para saber cómo van las cosas, hemos hablado con algunos de los que cumplieron arresto administrativo en ambos centros de detención desde finales de marzo hasta principios de abril. Las conclusiones que podemos sacar de sus palabras: hay palizas, pero aún no son masivas; las condiciones de detención, incluidos los episodios que podrían calificarse como intimidaciones o maltratos, dependen de la actitud de cada empleado.

A petición de algunos de los protagonistas del material, hemos cambiado sus nombres; sus datos están en la oficina editorial.

En Akrestina hace calor, y en Zhodzina hace frío

Siarhei fue sentenciado a 10 días de arresto administrativo por un piquete solitario: una bandera «no registrada» colgada en la ventana de su apartamento. Pasó tres días en el centro de detención en la calle Akrestina. Se queja de la falta de colchones y paseos, así como del calor sofocante en una celda abarrotada al triple de su capacidad. Muchas cosas, diсe, depende de los guardias: hay personas que tratan mejor a los arrestados, otras peor. Una empleada hablaba de vez en cuando con los inquilinos; fue a ella a quien trató de pedir colchones y explicarle que cuando siete estaban en una celda para dos, era imposible dormir.

«Ella contestó riéndose que el récord de esa celda había sido de doce personas, así que teníamos suerte. Ella dijo: “Cuando había doce personas, les ofrecí que no durmieran nada, ¿quieres que siga?” Bueno, gracias, no hace falta. La oímos decir a las chicas detrás de la pared que no tiraran las compresas diciendo que las necesitarían mañana. Escuchamos desde el pasillo algo como: Quedaos aquí hasta que sentéis la cabeza».

A finales de marzo el hombre fue trasladado al centro de Zhodzina. Su celda estaba a un 150% de su capacidad, pero aquí el problema ya no era el calor, sino el frío, y poco después de su llegada, también les quitaron los colchones, explicando esto como una orden de la gerencia. Algunos de los que tenían que dormir en el suelo pescaron un resfriado, otros tenían fiebre, pero el médico no entró en la celda a pesar de sus peticiones. Los arrestados también buscaron una reunión con la dirección, pero al día siguiente durante el registro matutino fueron tratados con mayor severidad, de la celda se llevaron, entre otras cosas, libros, cuadernos y bolígrafos. También se les dijo que tenían que deshacerse de los productos de los paquetes poco después de haberlos recibido.

El hombre también se enfrentó a «medidas de carácter físico». Al ingresar al centro, cuando los oficiales le hicieron un registro completo, recibió varios golpes por su «lentitud».

«Entré, me dijeron que me desnudara en 15 segundos, de lo contrario sería malo. Bueno, yo no quería hacerlo en 15 segundos por principios. ¿Por qué no en 20? ¿Soy el perro de Pavlov o qué? No tuve tiempo de desnudarme, recibí tres golpes con una porra en las nalgas, en el hombro y en el costado. Me quedaron hematomas graves».

El día de su puesta en libertad, cuando Siarhei iba caminando con sus bolsas tras el puesto de control, el guardia le dio una patada en la espalda. El hombre enfatiza que, mientras cumplía su condena, él mismo no vio las golpizas de otros inquilinos, pero escuchó cómo los agentes de la celda contigua estaban tratando, al parecer, de encontrar al culpable de alguna infracción. El que finalmente confesó fue aparentemente golpeado; el hombre dice que los sonidos de golpes y gemidos se escucharon claramente. Durante los registros matutinos se podía recibir un golpe en el tobillo; así a los arrestados colocados frente a la pared los hacían abrir más las piernas.

«Hoy es Jueves Santo y Don Limpio ha suspendido a vuestra cámara»

Aliaksandr despertó el interés de los agentes de orden público también debido a una bandera en la ventana pero lo sentenciaron por desobediencia a la policía a 15 días. Pasó dos días en el сentro de detención de la calle Akrestina. Subraya que, al parecer, los «políticos» están ahí en peores condiciones que los demás detenidos, pero en general eran tolerables, hasta que un día se vertió al suelo un cubo de lejía concentrada, lo que les provocó dificultades para respirar.

«Es una broma del guardia: “¿Qué día es hoy? Hoy es Jueves Santo y Don Limpio ha suspendido a vuestra cámara”. Y se vierte un balde de lejía en la cámara, hacen entrar a limpiar de nuevo a todos».

En la inspección matutina, poco después del día de los envíos, se llevaron una parte de la comida de la celda, así como todos los libros, revistas, crucigramas; solo dejaron un par de libros en inglés.

Aliaksandr llegó a Zhodzina ya a finales de marzo y fue liberado a principios de abril. Según él, no había habido una presión especial por parte del personal ni hacinamiento en las celdas hasta el 25 de marzo, la literatura y otros materiales impresos no eran retirados durante los registros. Según el hombre, los que la solicitaron con empeño, recibieron asistencia médica. A algunas personas con enfermedades crónicas se les permitió reposo total o parcial en cama. Incluso un fiscal una vez acudió a los detenidos y les preguntó sobre las condiciones de vida. En su mayor parte, todos estaban contentos con todo, lo único por lo que le preguntaron fue por la luz encendida por la noche; el personal explicó que esto se hacía por la seguridad de los inquilinos, aunque al ingresar retiraron los antifaces para dormir a quienes los tenían.

Después del 25 de marzo, el número de personas aumentó en un 150%: los que no tenían suficiente espacio dormían en el suelo. Debido a eso, a veces no había suficiente comida para todos: algunos de ellos recibieron raciones incompletas. Y el 1 de abril ocurrió un incidente; como resultado, los guardias comenzaron a alborotarse y quitarles todos los colchones a los detenidos. Al parecer, eso estaba relacionado con una persona que habían liberado el día anterior.

«Según los guardias, alguien salió y escribió algo en alguna parte. Dijeron: “Cuando salgáis, lo sabréis”. […] En definitiva, por la noche el guardia dice: “Ni idea, nos llamaron los jefes”».

Al liberarse, Aliaksandr no pudo encontrar información en Internet sobre qué provocó tal reacción por parte del personal del centro de detención de Zhodzina.

«Tuvimos algunos descansos, así que hubo quien trató de ser menos cruel»

Yauhien cumplió su arresto administrativo hasta finales de marzo en la calle Akrestina y luego fue trasladado a Zhodzina. Las quejas sobre el centro de detención de la capital son las mismas: falta de colchones, hacinamiento en la celda, calor sofocante. Al principio, los registros matutinos fueron tranquilos, con un médico presente que podría dar medicamentos simples. A veces los empleados apagaban las luces por la noche. Más tarde aparecieron unas personas de cuerpo musculoso vestidas de paisano y sin máscarillas que llevaron a cabo conversaciones explicativas: que los familiares no deben entregar mucha comida. A los detenidos les quitaron los albaricoques secos y las nueces, y también les confiscaron libros y cuadernos.

Yauhien también habló sobre un empleado que organizaba «ataques químicos» vertiendo un balde de lejía al suelo de la celda. Esto sucedió dos veces durante su estancia en la calle Akrestina. La lejía provocaba malestar: una sensación de picor en los ojos y dificultades para respirar.

«Hizo un comentario sarcástico, en plan, estamos vertiendo agua clorada en la celda, y mi recomendación es que hagáis todo lo posible para secar esta agua en los próximos cinco minutos. Porque, si no lo hacéis, las sensaciones serán desagradables: picor en los ojos, etc.»

También confirma que las condiciones de vida dependen en gran medida del factor humano.

Si todas las personas con sentido de conciencia y humanidad se hubieran ido de allí, entonces habríamos tenido lejía y habríamos sido maltratados todos los días. Tuvimos algunos descansos, así que hubo quien trató de ser menos cruel.

La impresión del entrevistado sobre la detención en Zhodzina fue mejor que en la calle Akrestina, aunque le fue imposible recibir asistencia médica y, después del 25 de marzo, había quince inquilinos en una celda para diez y no dejaban salir a pasear. Pero todo empeoró el 1 de abril, cuando se les quitaron los colchones, y a partir del día siguiente los controles se hicieron más duros, incluso con malos tratos: a los detenidos los obligaban a abrir mucho las piernas (estiramientos), a algunos los golpeaban por no seguir las órdenes. Los empleados dijeron que se lo teníamos que «agradecer» al hombre que había sido liberado el día anterior, sin explicar por qué. Solo nos dijeron que cuando los detenidos fueran liberados, ellos mismos se enterarían de todo.

«Les preguntamos si había escrito alguna queja y ellos respondieron que sería mejor que escribiera cien quejas que lo que había hecho. Pero al final nadie nos dijo quién hizo qué y por qué se nos retiraron los colchones».

Tenía miedo de que no fluyera agua en la ducha, sino gas

Iryna pasó cuatro días de los quince designados por el tribunal en el centro de prisión preventiva y en el centro de aislamiento de detenidos de la calle Akrestina. Ella, al igual que nuestros otros entrevistados, se enfrentó al hacinamiento y la falta de colchones, además del vertimiento de lejía en la celda; también hubo bromas del personal sobre «Don Limpio» y el «Jueves Santo». Tras lograr quitar la lejía, la joven tenía leves quemaduras químicas en los pies y las manos. Su compañera de celda aseguró a Iryna que esto se hacía en todas las celdas donde había gente bajo los artículos «políticos» del Código Administrativo.

Cuando la chica fue trasladada a Zhodzina, según sus propias palabras, se sumergió inmediatamente en una atmósfera de miedo. Al recibir a los recién llegados, el personal les dijo que usarían la fuerza física o dispararían a matar si se desviaban, por ejemplo, mientras caminaban por el pasillo. Hubo insultos y sonidos de porrazos; sin embargo, Iryna está segura de que lo hicieron para asustar, pero en realidad no golpearon a nadie.

Nos llevaron a la ducha y nos dijeron que nos desnudáramos y nos laváramos. Y luego tuve la impresión de como si fueramos judíos durante la guerra, nos llevaron, y ahora no correría agua, sino gas.

Las condiciones, según Iryna, eran aceptables: los detenidos tenían colchones y ropa de cama, los llevaban a pasear y a la ducha. La chica también está al corriente de la visita del fiscal. Luego, el número de los detenidos en las celdas superó lo que debía haber sido y, desde el 1 de abril, según Iryna, comenzó «algo horrible, lo que todos describieron en agosto-septiembre». En el control de la mañana, cuando sacaron a los hombres al pasillo, las chicas oyeron golpes sordos. Una vez escucharon cómo los empleados en la celda de los hombres estaban tratando de encontrar, al parecer, al culpable de alguna infracción. Uno de los chicos respondió, y las chicas escucharon cómo lo golpeaban, hubo muchos golpes, como si lo estuvieran haciendo varias personas.

«Le oímos jadear. Entonces le gritaron: “Levántate”, al parecer, ya no podía levantarse. Y eso es todo, nos entró el pánico. Porque era difícil confundir aquellos gemidos con otra cosa».

A las chicas les quitaron los colchones, luego, durante los controles, comenzaron a confiscar libros y crucigramas, antifaces para dormir. Asimismo, de vez en cuando, hasta tres veces por noche, se citaban en voz alta los nombres de las detenidas a través del «comedero» abierto, que debían responder, y lo mismo se hacía con los hombres. Una chica que enfermó durante su arresto no recibió asistencia médica, y algunas de sus compañeras de celda tuvieron dificultades para conseguir incluso los medicamentos que se les había permitido llevar al centro de prisión preventiva.

«En realidad nada ha cambiado»

El líder del «Frente Joven» Dzianis Urbanovich fue detenido el 21 de marzo y luego condenado a 15 días por desobediencia a los policías. Al día siguiente fue trasladado del centro de prisión preventiva al centro de aislamiento de detenidos de la calle Akrestina, donde permaneció 24 horas.

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Source: Viasna Human Rights Centre

«En realidad, casi nada ha cambiado: en una celda para dos hay 10 personas. Suelen echar un balde de lejía, pero ahora vierten tanta que es imposible abrir los ojos», dice Urbanovich.

Cuando lo trasladaron a Zhodzina, las condiciones allí parecían aceptables: colchones, libros, incluso juegos de mesa. Después del 25 de marzo, se añadieron más inquilinos a la celda, y a partir del 27 de marzo comenzaron a quitar la ropa de cama, luego libros, bolígrafos, cuadernos. También habló sobre el endurecimiento del régimen desde el 1 de abril.

Empezaron a sacarnos desde por la mañana. De nuestra celda sacaron primero a mi amigo […] y le golpearon con porras. Luego me tocó a mí. […] Me llevaron a la ducha y dieron golpes por las nalgas y por la espalda, estaba todo azul. No me enteré de por qué me golpeaban, decían algo raro. Lo vigilaba todo un mayor muy alto.

Luego, a petición suya, empezaron a sacar a los detenidos de sus celdas a gritos, y a los que miraban boquiabiertos se les podía «apresurar» con una porra. Para comernos los alimentos de los envíos nos dieron un día, también nos quitaron las nueces y frutos secos. Según Urbanovich, oyó a uno de los hombres de otra celda ser golpeado por haber encontrado algo prohibido que tenía, oyó incluso «basta ya, no, no me peguéis». También, según el entrevistado, castigaban más a los que, por ejemplo, tenían camisetas con símbolos «opositores» u ornamentos nacionales, así como las personas que, antes de ser liberadas, tenían cartas o notas que sus compañeros de celda pedían llevar fuera. Urbanovich también dijo que varias veces durante la noche levantaron a algunas celdas para pasar lista. Solo se puede sentarse uno a una mesa, no se permite dormir y está prohibido sentarse en una litera durante el día.

Dzianis Urbanovich desconoce las razones del endurecimiento del régimen desde el 1 de abril, sin embargo, al día siguiente, cuando él y sus compañeros de celda fueron llevados al pasillo para un control, escuchó a un hombre echándole la bronca al personal.

«Decía algo así: “¿Cómo os he enseñado a registrar celdas? Se os ordenó que crearais unas condiciones. ¿Las habéis creado? No lo veo. Están aquí como si fuera un resort. Os lo vuelvo a decir: o creáis las condiciones, o yo os crearé las condiciones”. No tengo ni idea quién era».

Entre los guardias, Urbanovich reconoció a algunos de los policías del centro de prisión preventiva de la región de Minsk; uno de ellos le dijo que los habían enviado a Zhodzina a reforzar. Además, hacían fotos de algunos de los arrestados con un teléfono, mientras que, según Urbanovich, está prohibido que los guardias lleven esos dispositivos con ellos en una instalación clasificada: los entregan a la entrada.