Chuprinsky cuenta sobre las prisiones en Akrescina y Zhodina
17 de agosto de 2020, 15:32, Dev By Media
El CEO (la primera empresa en la Europa Oriental de robótica) Rozum Robotics, Viktor Khamenok, hizo una publicación en Facebook con un vídeo en el que Mikhail Chuprinsky, el copropietario de Rozum Robotics, describe su detención y estancia en los centros penitenciarios Akrescina y Zhodina.
Les recordamos que Mikhail Chuprinsky fue detenido por la noche del 9 al 10 de agosto en la entrada de su propia casa.
Como ocurrió
El día 9 caminé un poco por la ciudad, varias veces, gracias a mis pies rápidos, pude escapar desde donde quería irme. Y ya estaba parado en la entrada de mi casa. Todo estaba tranquilo. De repente aparecieron por detrás. Se colarían contra la pared o por estilo. Apenas hice dos pasos para entrar en el portal, me detuvieron y me llevaron.
Dos días más tarde, se llevaron a mi hermano, casi en el mismo lugar. Los que me llevaron a mí, lo hicieron de manera bastante profesional. Solo me pegaron cuando me detuvieron. Echaron las manos atrás, me metieron en la furgoneta, se subieron por encima de la cabeza.
¿Fueron vestidos de uniforme o no? (preguntan los compañeros, voz superpuesta)
Sí, de uniforme. Lo más probable es que fuera SOBR, no OMON (son dos tipos de policía antidisturbios en Belarús, SOBR – Grupo Especial de Respuesta Rápida, OMON – Unidad Especial de Intervención). Pero no distingo bien a estos. Tuve suerte ya que no me metieron en el furgón policial donde tienen mucho espacio para pasarlo a lo grande, sino en el que está dividido en «vainas» (celdas de hierro de un metro cuadrado) en las que meten a 2-3 personas.
¿Es el de la cabina verde? (pregunta de compañeros, voz superpuesta)
No lo vi, solo vi mis cordones.
Luego, sin pasar por la la Oficina de Asuntos Internos del Distrito, sin nada, me llevaron directamente al Akrescina. Conmigo iba un hombre, estaba gimiendo, se le salía el hueso del brazo, (seamos sinceros, esos coches tienen problemas con la suspensión). Pero lo peor estaba por delante. De pronto los de la “vaina” vecina empezaron a gritar: «¡Este no respira, este no respira!»
Primero les contestaban a gritos: «No importa», pero después pararon el coche y comprobaron. Uno comentó: «Hay fiambre (muerto) aquí, ¿qué hagamos» Y los otros le contestaron: «Te cansas de hacer papeleo, tíralo». Lo tiraron fuera y nos fuimos sin él. No lo vi, lo escuché.
Akrescina
Quitaban las pulseras blancas que llevaba la gente con cuchillos junto con la piel, si consideraban necesario, les pegaban. A los que tenían un look diferente, les convertían en pedazos de carne. Había un hombre en nuestra celda al que se le salía una costilla rota. Estaba cubierto de sangre. Luego vino la tía-doctora – parecía a los de SS. Dijo que a lo mejor fue una craneotomía traumática. Y no le dejó llevar al hospital. Los médicos intentaron sacar a mi hermano, intentaron sacar a más personas. Pero los paraban, revisaban y volvían a la cárcel a los que todavía podían moverse.
A este hombre en particular [con trepanación] le dieron 12 días, no 15 como a los demás. Al parecer, un descuento por la cabeza rota.
Éramos 47 en una celda de 5 camas. Nos trasladaban constantemente, nos envenenaban con gas (la gente comenzó a quejarse de que no había suficiente aire y, en respuesta, echaron gas de pulverizadores). Lo hicieron varias veces.
Ahora me cuesta bastante respirar, tengo tos constante, pero había otra alternativa. En las celdas vecinas la gente empezó a protestar por no tener comida durante tres días (y es verdad), por no tener protocolos de detención, por la ausencia de juicios, y comenzaron a plantear los problemas. Nosotros en nuestra celda nos quedamos callados porque ya nos habían explicado sobre lo que iba por consecuencia. Pues a ellos les sacaron, les pegaron atrozmente y los metieron a las celdas de nuevo.
Me metieron en la prisión la noche del 9 al 10. También nos pegaban, pero eso resultó en comparación con otros que eran piadosos. Porque en la noche del 10 al 11 por el sonido de explosiones de granadas entendimos que había una guerra real en la ciudad, y ellos estaban hostigando a la gente toda la noche. Estaba en el alféizar, era el único lugar donde se podía hacer un trago de aire fresco, y podía ver una esquina del patio y la glorieta del internado.
Allí traían a los que ya no podían moverse. Y luego a dos personas les cubrieron con una tela y se las llevaron.
No sé qué deben tomar, pero yo no puedo creerme que una persona que no esté drogada sea capaz de saltar toda la noche y pegar a las personas que están de rodillas. Vi a los chicos cuyas rodillas parecían un pedazo de carne, hinchadas. Si alguien se movía, le pegaban, si alguien se quejaba de tener frío, le duchaban con agua fría. Como sea, allí torturaban y mataban a la gente.
Zhodina
Al tercer día nos llevaron a Zhodina. Nos transportaban con las manos en bridas, cuatro policías antidisturbios saltaban por las cabezas y pegaban a la gente. Luego cuando apareció Internet, se metieron en sus teléfonos y juntos comenzaron a leer NEXTA (canal en Telegram que comunica sobre diferentes asuntos de Belarús). Decían todas estas frases: ¿Cuánto te pagan, perro jodido? ¿Cuánto ganas? ¿Cuándo te paras? Y al final nos preguntaron: ¿Por qué nos consideráis fascistas? Somos iguales a vosotros. Resulta que en sus mentes de alguna manera lo ven normal.
En Zhodina, la primera noche pasamos en la calle. Pero no porque las condiciones o la gente era malas, sino simplemente no había lugar donde meternos. Estábamos en el patio de paseo, jugando a los pingüinos en la Antártida: apretándose uno al otro para calentarnos de alguna manera.
Por la mañana vaciaron las cámaras. Con nosotros estaba un verdadero prisionero, Sergio, y mientras nos llevaban por los pasillos, se ponía más triste. Resultó que nos llevaron a la sección de prisión perpetua. En cada puerta hay fotografías que describen el delito y su autor. Hasta a ellos los compactaron para meternos allí.
Allí ya estábamos sentados cómodamente: 22 personas en una cámara de 8 camas. Al menos había lugar para que todos se sentaran. Y ahí la actitud hacia nosotros era normal. Cuantas cosas malas he escuchado sobre la cárcel de Zhodina, en comparación con lo que pasé [en Akrescina], pues Zhodina era un verdadero balneario. Aprendimos un hábito: las manos detrás de la espalda, la cara hacia el suelo, y corriendo. Y en algún momento uno de la escolta dijo: «Chicos, parad, parad, tranquilos, simplemente seguidme, todo esto no es necesario».
No tenían suficientes escoltas, trajeron a los policías del barrio, chicos jóvenes, cuya tarea era vigilarnos en las cámaras. Los muchachos son inútiles desde el punto de vista del trabajo en convoy: abrían la puerta, se daban la vuelta y se paraban a hablar, no sabían cómo guardar el régimen, pero nos trataban bien. Por fin empezaron a darnos algo de comer. Sí, no había suficientes platos, cucharas, etc., comíamos por turnos, pero en comparación con lo que pasaba en Akrescina, todo esto parecía tonterías.
En algún momento quisimos abrir la ventana. Diría que jamás tuve una tarea más difícil. Hice muchos proyectos de ingeniería en mi vida, pero lo que logré hacer allí con la ayuda de unas plantillas, cordones de contrabando, una miga de pan y una cerilla quemada, tengo que repetirlo y fotografiarlo. Porque es el más exitoso proyecto en mi vida. Tuvimos que abrir la ventana para poder respirar de alguna manera, y lo logramos con la ayuda de una herramienta simple que se puede encontrar en la cámara.
A las personas, a los cuales [en Akrescina] les quitaban la ropa, en Zhodina les vistieron, les dieron por lo menos algunos zapatos. Bueno, en definitiva, en Zhodina era posible cumplir la condena.
Proceso judicial
Nos juzgaron al tercer día. No era un juez quien nos juzgó. A mí los documentos me los entregó un policía, incluido el acta. Nos sacaron de las celdas y nombraron los apellidos. «Estos están condenados a 15 días de prisión, ¡ponedlos a un lado! Estos – a tantos días», y los ponían a otro lado. Entraba a la presencia del juez con la sentencia de condena en las manos.
Mi jueza por lo menos era razonable. Me hizo algunas preguntas, me permitió leer el protocolo y escribir algo. Escribí que notificaran a mi esposa por teléfono. Traté de enviar al menos una docena de notas a la libertad: escribimos en papel higiénico con sangre (nos cortabamos las manos), perforamos agujeros para que se pudiera leer a la luz, en Zhodina escribimos con borsch (sopa de verduras a base de remolacha) en el papel higiénico. De diez notas llegaron sólo dos. Una, llamaron desde el juzgado, la segunda, llamaron cuando ya estaba en libertad (la persona fue puesta en libertad antes y no sabía que yo ya había regresado a casa también).
Pero el juicio seguía siendo un circo. La jueza hizo preguntas y me leyó el veredicto que ya había visto: 15 días de arresto, encargar la ejecución de la pena a tal jefe.
Otros chicos fueron juzgados de una manera completamente diferente, con un perjuicio extremo. Allí habían chicos que eran unos obreros normales. Ellos leyeron y dijeron: «Esto es una mierda, está escrito que me detuvieron en en la calle Asanalieva, ni siquiera sé dónde está, me detuvieron en la estación de ferrocarril. Y no en el momento indicado, sino cuatro horas antes». A lo que recibieron una respuesta: «¿Quieres decir que la policía está mintiendo?» Así fue la conversación.
Si reclamabas a un abogado, te llevaban fuera y te explicaban bien que no deberías hacerlo. La gente se ponía de acuerdo muy rápido.
Había una historia especial en Zhodina. Vinieron y preguntaron si alguien necesitaba un médico. Todos los que estaban en Akrescina dijeron inmediatamente: «Gracias, no». Porque allí, si alguien preguntaba por un médico, lo sacaban, lo golpeaban y le preguntaban si todavía le dolía. En Zhodina, algunas de las personas que estaban con nosotros, fueron juzgados aquí mismo y se les dio 4-5-6 días, y además, no fueron golpeados tanto. Para ellos un médico era un médico verdadero. Con nosotros estaba un encarcelado, Sergio, y se dio cuenta de lo que pasaba y dijo, que le dolía el estómago, porque por el «comedero» (espacio en la puerta por donde entregan los platos con la comida) vio que no era un médico de la prisión, sino que era el de la ambulancia. Incluso que le hicieron una inyección, además los médicos intentaron sacar a alguien fuera, finalmente no se si pudieron lograrlo. En todo caso, esos eran los chicos normales.
Yo regresé a Akrescina por mis pertenencias y sé que los agentes de ahí ahora dicen que son puros ángeles. Dicen que no fueron ellos quienes nos torturaban, sino la policía antidisturbios. En cierto modo es verdad. Sin embargo, no era la policía antidisturbios la que vigilaba a la gente. No fueron los grupos antidisturbios quienes nos gasearon y tampoco ellos golpearon a la gente para que no hablara. Estos eran los agentes de la cárcel y las demás unidades.
Conclusiones
A pesar de que todos me dan una cálida bienvenida, me siento bastante incómodo, porque hice una estupidez para que me atraparan, y no es ninguna historia heróica. No me involucré en una batalla justa con la policía antidisturbios; los que lo hicieron aún no han sido liberados, les están inculpando de delitos penales allí.
Lo que vi: esta no es la misma iniciativa con la que estaba condenado en el 2006. En aquel entonces eran unas personas específicas: estudiantes-opositores, hombres simples, pero eran aquellos a los que generalmente se les llama «conscientes» (apasionados por las ideas nacionales bielorrusas). En aquel entonces no eran las personas al azar. Mientras que ahora, al menos el 70% de los detenidos y arrestados son trabajadores: conductores, constructores, cocineros, soldadores. Muchos de ellos simplemente no tienen nada que ver con la política: a un vagabundo lo echaron de la estación, ni llegó hasta su banco en el parque, lo golpearon y le sentenciaron con un artículo político. Un ex-preso salió el domingo una noche de verano con sus amigos y también fue capturado. Hay muchos trabajadores, hombres normales, pero de repente estaban todos en contra de Lukashenka. Teníamos una persona del chiste: «Policías, no me peguen, ¡voté a favor de Lukashenka!» (y los policías le contestan: «Mientes, nadie votó a favor de Lukashenko»). Además hubo un policía vestido de civil que fue capturado, sin documentos, tratando de explicarles, pero le golpearon aún más.
El error principal es que dieron la carta blanca a los de antidisturbios para golpear a todos, en todas las elecciones anteriores también permitían, pero ahora lo hicieron no sólo con la oposición, sino con mucha gente común. Y esto no se les perdonaron. Y ya no es pura política, economía, sino ahora se trata de la dignidad humana, sentido de justicia. Son las categorías mucho más altas.
Por si alguien no sabe, cuándo fui a la prisión a por mis cosas, en una de las celdas vi sentada a Victoria en el suelo, ella todos estos días estaba ordenando las cosas. (Victoria es una voluntaria que clasificó las cosas y documentos para devolverlos a las personas. Porque durante las detenciones todas las cosas se arrojaban a un rincón, no las detallaban: miles de mochilas, bolsas, paquetes – todo mezclado. Había solo dos cajas de iPhones descargados – nota.) Yo tendría miedo de entrar después de lo que se oía por la noches: los gritos de las personas golpeadas y asesinadas allí. Sin embargo Victoria y muchas otras mujeres no tuvieron miedo.
Además sinceramente creo que toda esta historia nunca habría tenido éxito si el candidato fuera un hombre. Si no hubiera sido por las mujeres a nivel de voluntarias, abogadas, etc. Sé que se está produciendo un movimiento voluntario muy serio: hay conductores, personas que están repartiendo comida y agua, personas que retiran la basura, que ayudan jurídicamente, psicólogos – todos están coordinados y tratan de hacer algo para ayudar. Y yo me siento como un impostor, porque estas personas están haciendo el trabajo real, y yo simplemente estaba encerrado y perdí el tiempo en la celda, en lugar de hacer algo útil. Y os ruego que dirijan sus sentimientos cálidos hacia esas personas que de verdad están trabajando, y no sólo agitan las manos, como yo ahora, y parecen héroes, aunque no lo son.
¿Qué pasa con una detención administrativa por un período de 15 días? (Mikhail Chuprinsky fue condenado a un arresto administrativo de 15 días, pero luego pareció que se lo redujeron y fue puesto en libertad, – nota del editor).
Los abogados explicaron que no existía tal procedimiento [para perdonar 12 días]. Sólo el presidente puede indultar a los condenados, pero este no es mi caso. Lo formalizaron como si se tratara de una convocatoria de la Comisión del Departamento del Interior del Distrito que había estudiado detalladamente mi caso y, básicamente, me han concedido libertad condicional. Pero la libertad condicional no se aplica en las infracciones administrativas, sino solo en infracciones penales. Y solo después de cumplir al menos dos tercios de la condena.
Me dieron un papel para que lo firmara y hasta me lo dieron para leer. Allí estaba escrito que si cometo una infracción administrativa en el plazo de un año que prevé el arresto, volveré a la prisión para cumplir los días que me perdonaron más lo que me den por el segundo, y si será la misma infracción (participación en mítines y por estilo), según estaba escrito, me culparan de un delito penal. No sé si es legal, pero es que en este país el campo legal es de ancho variable, por lo que funciona en ambos sentidos.
En Zhodzina, la situación fue fundamentalmente diferente. Zhodina es una ciudad pequeña y tiene solo la fábrica BelAZ, otra más y la prisión. Al salir de la prisión los guardianes se encuentran en un entorno muy diferente. En Minsk te pierdes en la multitud, eso es todo. En cambio allí todo el mundo se conoce, saben dónde trabajan. BelAZ ya está en huelga. Y estaba claro que la gente de la cárcel Zhodina estaba nerviosa. Esto no cambió mucho su actitud, porque siempre eran normales. Y no tengo ninguna queja específicamente contra los chicos de la prisión de Zhodina.
Por supuesto, no me arrepiento de lo ocurrido. Lamento que me atraparon por estupidez y no recomiendo a nadie que haga esto. Pero la dignidad humana y el sentido de la justicia son una parte importante de cualquier persona y de mí en particular. Y valió la pena.
¿Había chicas? (pregunta de compañeros, voz superpuesta)
Todo ocurría debajo de nuestras ventanas. Y se burlaban de ellas. Al traerlas, las hacían desnudarse y las humillaban. Luego, cuando fueron trasladadas a las celdas … bueno, las chicas eran luchadoras.Detenían generalmente a las que se aferraban a sus hombres. O las más activistas. Y al volver en sí ellas peleaban. Y las envenenaban echando cloruro de cal dentro de la celda. Y luego los guardias gritaron: «Ahora os bañaré con mierda», y luego abrieron las celdas y echaron algo dentro, no sé qué. Hasta ahora no he visto a ninguno de ellas, pero espero que todas estén en libertad y todas puedan recibir una asistencia psicológica normal. Porque fue terrible.
Más sobre las mujeres. Muchos de las personas que estaban en la calle Akrescina, todos hombres, comentaban: «Bueno, Tikhanovskaya, su esposo fue encarcelado, amenazaron con llevarse a los hijos, tenía mucho miedo, pero salió y lo hizo. ¿Y yo qué, me quedaré en casa?» Y esto también demuestra muy bien el papel de una mujer. Porque si el candidato fuera un hombre… Bueno, no hubiera metido en la cárcel Babarika… Estarían los dos, Tsepkalo y Babarika, jugando a sus juegos clandestinos uno contra el otro, competirían en quién tiene el pito más largo ¿Te crees que un obrero de la fábrica iría por Babarika contra los antidisturbios? Nunca. Debemos admirar a nuestras mujeres y lo que hacen.
¿Cuál es la táctica correcta de comportamiento cuando está detenido, cuando están conduciendo? ¿Qué hacer y qué no hacer si salía por la noche a tomar una cerveza? (pregunta de compañeros, voz superpuesta)
Si ya te están cogiendo, no te opongas. Mete todo lo que tienes en dónde todo el mundo sabe y haz lo que te dicen. Si tiene marcas de identificación de tu afiliación política, quitalas y tiralas mientras estás dentro del furgón. Dale la vuelta a las camisetas si hay algún simbolismo. No te valdrá en la cárcel para nada. Había un hombre con las siglas MMA. Y le llamaron: «¡Bueno, luchador, ven aquí» – y empezó. Los paracaidistas con chalecos con tatuajes visibles fueron golpeados sin piedad. No ser visible es la única táctica que puede ayudar allí.
¿Te acuerdas de algunos nombres? (pregunta de compañeros, voz superpuesta)
En general, lo que veía, eran mis pies. Pero sé a los que nos transportaron a Zhodino, porque sé sus matrículas y los encontraremos.
¿Conociste a un nuevo inversor en cámara? (pregunta de compañeros, voz superpuesta)
Conocí a mucha gente valiosa. Nunca me habría cruzado con ellos en mi vida ya que todos vivimos en una burbuja separada. Y los motivos de las personas son muy diferentes. Las personas que están dispuestas a salir de huelga con un salario de 400 rublos, ya es mucho.
Y, a pesar de la euforia de los últimos días, soy muy pesimista. Entiendo lo que puede ocurrir si les dan el comando «ataca”. Sigo pensando que lo más probable es que nada cambie. Esto es una agonía, por supuesto, pero puede durar años. Cuidado con la euforia. Es cierto que el Ministro del Interior dijo que estaba reteniendo a su propio personal. Y se les van las manos.
En general, muchachos, cuídense. Míradme y no hagáis esto, corred más rápido, mirad por los lados con más frecuencia, no permitid que se os acerquen por detrás, tened cuidado con los furgones y furgonetas y etc. No haced nada estúpido. Gracias a todos.
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Mikhail Chuprinsky es copropietario de la empresa Rozum Robotics. Uno de los líderes de la comunidad de Minsk Hackerspace. Este equipo lanzó la producción de equipos de protección personal durante la epidemia de COVID-19. Minsk Hackerspace fabricó y entregó a los hospitales 40.000 escudos protectores, 1.200 máscaras para áreas infectadas («snorks») y más de 6.500 monos protectores. La ayuda fue recibida por 456 hospitales en 142 asentamientos.
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Publicamos los testimonios íntegros, según las palabras de los sobrevivientes.