How teenagers end up being persecuted
12 noviembre 2020, 07:25 | Ihar Ilyash, Katsiaryna Andreyeva, BELASAT
En los últimos seis meses en Belarús se han iniciado más de 900 causas penales relacionadas con las protestas y la campaña electoral. Entre los implicados en los casos también figuran menores de edad: actualmente sabemos de al menos 11 de estos casos. Algunos de ellos están ahora bajo custodia. BELSAT ha indagado sobre las causas penales relacionadas con las protestas en masa.
«¿Papi, cuando me dejarán de pegar?»
Mikita Zalatrou de Gómiel tiene 16 años. El menor de edad lleva tres meses en prisión preventiva: fue detenido el 11 de agosto por una causa penal según la parte 3 del artículo 339 («desórdenes públicos») del Código Penal. El escolar se enfrenta a diez años de prisión.
Mikita se encontraba el 10 de agosto en la plaza de Lenin en Gómiel durante la dispersión de una manifestación contra la falsificación de las elecciones.
«Mikita estaba en una parada de autobús esperando a su amigo. De repente llegó la gente corriendo y gritando: huid, que ahora nos van a pegar a todos. Él empezó a correr con los demás. Estaban huyendo por los patios… No sé exactamente lo que pasó después, pero al final él se escondió», cuenta Mijaíl, el padre de Mikita, a BELSAT.
Mikita fue llevado de su casa por la mañana del 11 de agosto, en ese momento sus padres estaban en el trabajo. «Los vecinos decían que Mikita había abierto la puerta del vallado (la familia vive en un chalet privado – nota de BELSAT) en calzoncillos, y le empezaron a retorcer los brazos. Se lo querían llevar así, sin ropa, pero los vecinos salieron y empezaron a regañar a los agentes. Les pidieron al menos dejar vestirse al niño», dice Mijaíl.
Ese día el menor permaneció bajo custodia sin abogado y sin sus padres de 10:30 a 17:30. Los policías detuvieron también a Uladz, el hermano de Mikita, de 18 años.
«En el departamento de policía a Mikita le estuvieron pegando, exigiéndole el pin de su teléfono, pero él no lo decía. Es bajito y pequeño, pero tiene un carácter muy fuerte. Entonces le retorcieron las manos y se las pegaron al teléfono (al panel sensor de desbloqueo – nota de BELSAT). Uladz estaba en el pasillo y escuchaba cómo pegaban a su hermano. Cuando le llevaron a Mikita, tenía la camiseta rota y moratones por todo el cuerpo. Uladz preguntó: «¿Qué estáis haciendo con mi hermano?». Y le contestaron: «Cierra el pico, que te reventamos».
Durante la primera interrogación oficial (ya en presencia de su madre y su abogado), Mikita se sintió mal y le llamaron una ambulancia. El joven fue transportado al hospital pediátrico de la comunidad. Pusieron guardias en las puertas de su habitación, y no dejaban entrar a nadie, ni siquiera a sus padres. Mijaíl escribió una denuncia al Comité de Investigación para que se investigara la paliza de su hijo.
«En ese momento yo ya había contactado con los periodistas, quería publicidad. Pero, para que no tuviéramos acceso a mi hijo, al día siguiente los policías se lo llevaron de cuidados intensivos y lo dejaron en el centro de aislamiento temporal. Estoy seguro, que eso se hizo bajo presión, porque en la UCI no dan de baja el día siguiente», relata Mijaíl.
En el informe los médicos pusieron que al menor de edad le dieron de alta tras una crisis epiléptica: de la paliza no se menciona ni una palabra.
Mikita le habló a su madre y a su padre sobre su paliza el día de su detención, y luego a su padre, cuando se veían durante los actos de investigación.
«Mikita me puso la cabeza al hombro y me dijo: «¿Papi, cuando me dejarán de pegar?» Dijo que le pegaban en la parte trasera de la cabeza, en la nuca. Luego le da vueltas la cabeza, pierde la conciencia», relata Mijaíl.
«Tengo la sensación, de que le están reteniendo como rehén»
A Mikita le acusan de que el día 10 de agosto, huyendo de las fuerzas del orden durante la dispersión de la manifestación, tiró una botella con un líquido inflamable a los policías. No hubo víctimas. El menor de edad se declara inocente.
Según Mijaíl, de su hijo exigen información: es probable que le pidan testificar contra otra persona. Desde el principio de la investigación al padre le dieron a entender que, si Mikita diera un apellido, le dejarían bajo arresto domiciliario.
«Tengo la sensación que le retienen como rehén. Se me han acercado ya tres veces personas desconocidas diciendo: «Hola, Mishania [hipocorístico de Mijaíl – N. T.], ¿por qué Mikita sigue callado? Que lo diga ya y lo liberen».
Mijaíl no sabe de quién están hablando, pero realmente en el caso de Mikita figuran un par de personas más. «Le pregunto durante los actos de investigación: Hijo, ¿tienes algo que decir? No, papi, nada. Yo no he hecho nada.»
Según la ley, los actos de investigación con los menores de edad deben ejecutarse en presencia de los padres.
«Las interrogaciones no duran mucho: a lo mejor una hora y media o dos horas. Pero por las pausas y esperas el proceso se alarga bastante. Hubo un caso cuando yo llegué a las 14:00 y solo después de las 21:00 se acabó todo. Una vez, cuando el investigador salió, un guardia de Mikita se acercó, inclinó la cabeza y me dijo: «Sois una panda de borregos, os hemos apaleado, os apaleamos y lo seguiremos haciendo», recuerda Mijaíl.
10 días después de su detención, Mikita fue transferido del centro de aislamiento temporal al centro de prisión preventiva, donde se encuentra hasta ahora. En octubre fue la primera vez que le dejaron ver a su madre. En cuanto a la violencia, últimamente no le han pegado. Pero Mikita se queja de su mal estado y de que le da vueltas la cabeza.
«Tiene una enfermedad crónica, es epileptico. Tiene que tomar medicamentos cada día. Después de la detención en la comisaría y luego en el Centro de la Detención Preventiva no le daban su medicina. Ahora parece que si se la dan, pero Mikita dice que sin regularidad. El niño tiene 16 años, él no entiende lo que está pasando. ¿Por qué está arrestado? Dice que quiere ver el cielo, los árboles, la gente. En sus paseos de 15 minutos por los patios solo ven un trozo de cielo», relata Mijaíl.
En el caso de Mikita en tres meses ya se ha cambiado un par de investigadores. Según Mijaíl, ahora el nuevo investigador quiere iniciar un estudio psiquiátrico que podría detectar la edad psicológica de Mikita. Si resulta que la edad psicológica no llega a los 16 años, eso podría ser motivo para cesar las persecuciones criminales.
También se estudia la posibilidad de recalificar su caso del artículo 339 al artículo 342. («Actos que violan el orden público»): esta acusación es más suave, la condena según este artículo es de tres años de prisión.
Nuevos casos y primera condena
El caso de Mikita Zalatróu es probablemente el caso más conocido de represiones de un menor de edad por protestas. Por lo general, los padres no están dispuestos a contactar con los medios de comunicación y defensores de derechos humanos; por lo tanto, poco sabemos de las circunstancias de estos casos.
Por ejemplo, sigue desconocido el destino del escolar de 16 años, estudiante del décimo curso de Grodna, que está acusado de «tirar piedras a los antidisturbios» durante el mitin de protesta del 13 de septiembre. Se ha iniciado una causa penal según el artículo 364 («Violencia o amenaza de violaencia contra los empleados de las fuerzas del orden»). De hecho en la nota de prensa del Ministerio del Interior no se ha concretado si algún antidisturbio había sido perjudicado por los actos del escolar.
Tampoco sabemos del escolar de 16 años, estudiante del décimo primer curso de un colegio de Brest, que fue detenido por los policías de la GUBAZiK (Dirección General de Lucha contra la Delincuencia Organizada y Crímenes) a finales de octubre. Él está acusado de tirar una botella a los policías durante las protestas del 10 de agosto: hay un caso abierto según el artículo 293 («Disturbios en masa») del Código Penal. El Ministerio del Interior publicó el vídeo del incidente, donde se ve cómo el niño tira una botella, pero esa botella se cae en unos metros de ellos.
In the video released by the Ministry of Internal Affairs the detained teenager admits that he took part in an unauthorized protest action and explains the reason for his participation by the desire to “run away from the police”. He also admits his guilt in the same video.
«Hoy en día es un acto frecuente, cuando graban un vídeo con los detenidos, que dicen algo, confiesan algo, etc.», constata el subjefe del centro de Defensa de los derechos humanos «Viasná», Valiantsín Stefanóvich. «Y siempre nos cuestionamos: ¿y las fuerzas del orden han explicado a los detenidos sus derechos? Porque los detenidos tienen derecho a no testificar contra sí mismos».
«Hay que señalar que en la mayoría de los casos estos videos se graban sin abogados, así que se viola el derecho de defensa. En caso de los menores de edad además tienen que estar presentes sus representantes legales o profesores. Porque luego este video los órganos competentes pueden presentar como pruebas, como si ellos hubieran asumido su culpa. Pero en realidad no se puede considerar las pruebas, obtenidas ilegalmente.»
Anteriormente, el Ministerio del Interior había publicado un vídeo con la confesión de dos menores, de edad de 15 y 16 años, que fueron acusados de haber tirado un cóctel Molotov el día 11 de agosto a un coche de policía que estaba cerca de la comisaría. No hubo víctimas humanas, solo fue dañado el revestimiento exterior de un vehículo de policía «GAZelle».
Al menor de 15 años que preparó el cóctel Molotov solo le inscribieron en la Inspección de Asuntos de menores de edad, ya que no ha llegado a la edad penal. A su amigo mayor Yelisiéi Kuzniatsóu el tribunal de Zhabinka le declaró culpable el 5 de noviembre y lo castigó con 2,5 años de «química domiciliaria» (trabajos nocivos bajo custodia pero con permanencia en casa – NT). Según la nota de prensa del Tribunal Supremo, el menor de edad se declaró culpable e incluso escribió una solicitud de indulgencia.
En cárcel o bajo arresto domiciliario
En Mozyr la semana pasada se llevó al tribunal el caso sobre el artículo 342 del Código Penal contra dos muchachos de 17 años. Les acusan de haber tirado piedras «hacia una parada del transporte público donde estaba parado un vehículo pesado MAZ perteneciente a la división militar número 5525». Como consecuencia de estos actos resultaron dañados el parabrisas y la parte trasera del camión. El valor del daño se estimó en 160 rublos. Según la fiscalía, los muchachos se encuentran bajo arresto domiciliario.
Sin embargo, en Minsk dos muchachos de 17 años han sido acusados según los artículos 342 y 339 del Código Penal, y estarán bajo custodia hasta su juicio. El motivo de la acusación fue un incidente que tuvo lugar el 13 de octubre en Serebrianka. Allí había un grupo de gente bloqueando el tráfico en la intersección de la avenida de Rakasouski y Pliájanava, pero hubo un conflicto con uno de los conductores que se transformó en una pelea.
Uno de los figurantes del caso es el estudiante de segundo curso del instituto Automecánico Estatal de Minsk Maksim Bábich. Lo detuvieron por la mañana del 19 de octubre yendo hacia el instituto y lo metieron en el Centro de aislamiento temporal en Akréstsina. Bábich tiene problemas de salud: padece de un defecto cardiaco. Los defensores de los derechos humanos ya le han reconocido como preso político.
En el acceso libre consta información sobre tres casos más de persecución penal de menores de edad:
- En Zhlobin, Vital Prójarau fue detenido por la tarde del 11 de agosto, cuando volvía a casa del recinto deportivo. Como contó el padre del muchacho a «Nasha Niva», Vital fue golpeado por personas con pasamontañas que le ataron a un sillón. Las torturas en la comisaría duraron dos horas. «Toda la espalda llena de huellas de porras, heridas en las piernas, un ojo dañado, moretones en la cabeza, hematomas por todo el cuerpo. Cojea de ambas piernas», contó entonces su padre. En principio contra él redactaron un acta administrativa, pero a finales de agosto iniciaron una causa penal sobre el artículo 342 del Código Penal. En qué fase está la investigación no se sabe.
- En Minsk, según «Viasná», Uladzimir Kaspiaróvich fue incluido en una causa penal según el artículo 293 del Código Penal, su casa fue registrada.
- En Brest la semana pasada empezó el juicio contra el habitante de Kobryn Artsiom Zeliankóu de 17 años, que está acusado de haber roto la bandera del Estado (artículo 370 del Código Penal). Artsiom se declara culpable, no está bajo custodia.
Defensor de derechos: los menores de edad son un caso especial
Valiantsín Stefanóvich advierte de que los casos de persecución de menores de edad por motivos políticos no son una novedad en Belarús. Una de las historias más conocidas es la persecución en los años 2006-2007 de los activistas de «Malady front» (Frente joven) de acuerdo con el artículo 193-1 («Actividad en nombre de una organización no registrada»). Varios activistas, incluyendo a Iván Shyla y Nasta Paliadzhanka, eran menores de edad en aquel momento (aunque llegaron a ingresar en prisión preventiva). Antes, en el año 1997, había sido arrestado un activista de 16 años, Vadzim Labkóvich: él sí pasó medio año en un centro de prisión preventiva.
Así que no es un fenómeno nuevo. Pero siempre prestamos atención a la edad, porque los menores de edad en prisión son un caso especial. Incluso no es tan importante si la persecución es política o no. Puede ser motivada por crímenes verdaderamente graves. A pesar de eso, los niños tienen que estar en casa, los jueces deben tener en cuenta su edad y no condenarlos a arrestos», señala el defensor de los derechos humanos.
Stefanóvich considera que ni siquiera tiene sentido retener bajo custodia a los adultos acusados sobre «disturbios en masa» o «desórdenes públicos», porque estos artículos (293 y 342) no pertenecen a la categoría de artículos graves.
«Y, cuando se trata de persecución política, nuestras exigencias son explícitas: la puesta en libertad inmediata de estos ciudadanos», resalta.